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Juan Infante, querido maestro de Nuevo Laredo, cumple un siglo de vida

"Mi esposa e hijos están siempre al pendiente y doy gracias a Dios por la vida que me ha dado en mis primeros 100 años", dijo el profesor

El profesor Juan de Dios Infante y su colega y compañera de vida, María Antonia Vázquez.
El profesor Juan de Dios Infante y su colega y compañera de vida, María Antonia Vázquez.Créditos: Sandra Jasso
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“Yo sigo vivo cumpliendo mis primeros 100 años de vida, pero apoyado por el brazo más fuerte de mi vida: mi esposa, la profesora María Antonia Vázquez y mis hijos; mi trayectoria como maestro ha sido modesta, me dediqué nada más a servir, enseñar y corregir”, afirmó el profesor Juan de Dios Infante, maestro retirado.

“Aquí estoy esperando mi segunda jubilación, o sea, la jubilación de jubilado, porque ya cumplí más de 30 años hasta que el creador del cielo y de todas las cosas me recoja, a esos compañeros que han tenido muchas atenciones para mí y mi familia se los agradezco”, externó el maestro egresado de la primera generación y único sobreviviente de la escuela Rural Lauro Aguirre de Tamatán, generación 1942-1948.

Infante en la Escuela Normal Superior, en el Distrito Federal en cursos de verano en 1963.

SU ESPOSA, INSEPARABLE

Acompañado de su inseparable esposa, el maestro llegó presto a la entrevista y, con admirable memoria, empezó a contar su vida con voz clara y firme, su niñez, cuando estaba en el campo acompañado de su padre Juan Infante Zaragoza y al regreso saboreaba ricas tortillas de maíz hechas a mano por su madre Emitiria García Guillén en el comal con frijoles, su adolescencia y juventud, sus logros, sin olvidar su terruño, para llegar a este puerto fronterizo para quedarse a seguir en la noble labor de la enseñanza.

“Nací en un rancho pintoresco a las faldas de la Sierra Madre Oriental el 8 de marzo de 1924, mi infancia ahí la pasé, hice mis primeras letras del abc en el rancho La Roncha, lejos de San Isidro del Poniente, Antiguo Morelos, caminaba a pie cinco kilómetros, pero como era un tío mío, Ledezma, le tenía mucha confianza y a veces no asistía y me escondía en el monte; el primer año lo perdí”, dijo el centenario de oro de Tamatán.

Describió de manera sencilla su terruño querido, que en aquellos años la sierra estaba cubierta de selvas vírgenes en una cima limpia con zacatales, de ahí pasó al primer año, el segundo en la escuela rural que se había fundado en San Isidro, nombró a su primer maestro de primer año, Pedro Riestra.

‘Mis padres Juan Infante Zaragoza y Emitiria García Guillén, campesinos y analfabetas, tuvieron la noción de educarnos (a él y sus hermanos)”, dijo.

TUVO GRANDES MAESTROS

“Creo que regresaba de Los Ébanos de la Normal Rural de Tamatán, el segundo y tercer año tuve a la maestra Juana Aguilar, muy dinámica, competente, a quien le aprendí mucho, otros maestros como Tincho Castillo”, contó.

Su padre, se dedicó a la labor del campo, cultivando, y tenía una que otra vaquita, cuando se fundó el ejido México Libre, en 1936, se dotó de tierras al ejido por Marte Rodolfo Gómez Segura, gobernador de Tamaulipas (1937-1940).

Juan de Dios Infante García cuando aún no se titulaba.

Se fueron a vivir y terminó el cuarto año hasta que vino una solicitud de jurídicos campesinos para que ingresara a la Normal, que entonces era regional agrícola.

Conoció a la profesora María Antonia Vázquez, con quien contrae matrimonio en 1949, su compañera de vida por 75 años de matrimonio, en el transcurso de sus vidas hubo seis hijos en su familia: Juan de Dios, médico cirujano; Yolanda, licenciada en Educación ya jubilada; Óscar, biólogo físico; Víctor Hugo, con maestría en Educación Superior –supervisor de secundarias; Javier Arturo, físico; Norma Alicia, ingeniera agrónoma; Gerardo Guzmán Matías, licenciado en Educación Superior, 19 nietos, 30 bisnietos y dos tataranietos.