MITOS Y SUPERSTICIONES

¿Es cierto que los hoteles y edificios carecen de piso 13?; ¿verdad o mito?

Mareos, náuseas, taquicardia y ataques de pánico son algunas de las reacciones que puede provocar en muchas personas instalarse en este nivel

El inexistente Piso 13
El inexistente Piso 13Créditos: Internet
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Si alguna vez has notado que muchos hoteles y edificios carecen de un piso 13, no es casualidad ni un error arquitectónico.

Esta omisión responde a una creencia supersticiosa profundamente arraigada: la triscaidecafobia, es decir, el temor irracional al número 13.

La carencia del Piso 13

Aunque pueda parecer algo trivial, para quienes padecen esta fobia, el simple hecho de alojarse o trabajar en un espacio identificado con ese número puede desencadenar una serie de síntomas físicos y emocionales.

Mareos, náuseas, taquicardia y ataques de pánico son algunas de las reacciones que puede provocar esta fobia. Por ello, los desarrolladores y administradores de hoteles optan por estrategias discretas para evitar incomodidades.

Una de las más comunes es renombrar el piso 13 como 12A o 12B, lo que brinda tranquilidad a los clientes supersticiosos sin alterar la funcionalidad del edificio.

Los ascensores también suelen omitir el botón con el número 13. En su lugar, aparece la letra M, correspondiente a la decimotercera posición del alfabeto, o se usa una numeración alternativa como 12A.

Según la empresa Otis, encargada de fabricar elevadores, un 85 % de los ascensores en ciertos países no tienen el botón 13.

Un miedo con raíces históricas

El temor al número 13 no es nuevo. Desde la Edad Media, este número se asocia con la mala suerte. Estudios recientes, como una encuesta de Gallup, indican que un 13 % de las personas evitan deliberadamente hospedarse en pisos con esta numeración.

Además, la triscaidecafobia tiene un aliado: el temor al viernes 13. Este día es visto como portador de mal augurio por millones de personas, influenciado tanto por supersticiones como por la popularidad de películas como Viernes 13.

Así, lo que podría parecer un detalle insignificante en el diseño de un edificio es, en realidad, un reflejo de cómo las creencias y los miedos humanos moldean incluso los aspectos más cotidianos de nuestra vida.