La fecha más temida por muchas culturas ha llegado de nuevo: el viernes 13. Su reputación como día de mala suerte no es nueva, pero ¿de dónde proviene realmente este temor colectivo?
Aunque no hay una explicación científica que lo respalde, esta superstición tiene profundas raíces históricas, culturales y psicológicas que afectan incluso a quienes no se consideran supersticiosos.
El viernes 13
La aversión al número 13, conocida como triscaidecafobia, ha existido por siglos. En el ámbito religioso, algunos atribuyen su origen al 13.º invitado en la Última Cena, Judas, quien traicionó a Jesús.
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A esto se suma la crucifixión de Jesús un viernes, conocido como "el día del verdugo". Esta combinación generó una especie de "doble maleficio" para el viernes 13, según expertos como Stuart Vyse.
Además, ciertos relatos bíblicos afirman que eventos trágicos como la tentación de Eva y el asesinato de Abel ocurrieron también un viernes.
Más allá de lo religioso, el simbolismo numérico podría ser la clave. Numerólogos consideran al 12 un número "completo" —representado en los meses del año, los signos del zodiaco o los apóstoles—, mientras que el 13 rompe esta armonía, causando una sensación de desequilibrio.
Afectaciones
Curiosamente, esta percepción varía según las culturas: en Italia, por ejemplo, el 17 es el número asociado a la desgracia.
La superstición no solo afecta nuestras creencias, sino también nuestros comportamientos. Investigaciones señalan que algunas personas evitan viajar, firmar contratos o incluso salir de casa un viernes 13.
Según estimaciones, la economía global pierde entre 800 y 900 millones de dólares debido a estas inacciones. Sin embargo, estudios en hospitales y mercados financieros no han encontrado evidencia de un aumento en incidentes o fluctuaciones en este día.
Afortunadamente, el viernes 13 ocurre pocas veces al año. Aunque sus raíces están envueltas en misterio, sus efectos actuales revelan más sobre nuestra psicología que sobre el día en sí. Una vez terminado, hasta los más supersticiosos podrán respirar tranquilos… al menos, hasta la próxima coincidencia.