Kimberly Ruiz fue a la tienda donde acostumbra comprar la fórmula para su bebé de 6 meses y se llevó la sorpresa que no había. Al acudir a otros lugares encontró los anaqueles vacíos y comenzó a preocuparse. “Terminé comprando unos botes de leche por internet, obviamente más caros, pero lo importante es que conseguí”, dijo la joven mamá. Kimberly es una de las millones de mamás en Estados Unidos afectadas por una escasez crítica de fórmula infantil provocada por una deficiente cadena de suministro y por el retiro del mercado de varias marcas.
El problema es tan grave que el Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes de Estados Unidos planea investigar a los cuatro mayores fabricantes de fórmula infantil para buscar respuestas sobre cómo aumentar la producción en medio de una escasez nacional.
Te podría interesar
“La escasez de leche de fórmula infantil es una crisis para las familias estadounidenses”, dijo el comité en un mensaje en Twitter. La congresista Carolyn Maloney, que lidera el comité, envió cartas solicitando información a Abbott Nutrition, Mead Johnson Nutrition, Nestle USA y Perrigo.
“La escasez nacional de leche de fórmula supone una amenaza para la salud y la seguridad económica de los bebés y las familias de las comunidades de todo el país, en particular las que tienen menos ingresos y que históricamente han sufrido desigualdades en materia de salud, incluida la inseguridad alimentaria”, indicó la carta.
La investigación, que examinará, entre otras cosas, el posible fraude en los precios, es la última medida adoptada en Washington para hacer frente a la escasez.
“La escasez actual de fórmula para bebés en la cadena de suministro afecta de manera desproporcionada a las mujeres y los niños de las comunidades desatendidas y restringen los tipos de fórmulas que los destinatarios pueden comprar. Sé que esta escasez también está afectando desproporcionadamente a las familias en Texas-28. Por eso, a nivel federal, debemos actuar”, dijo el congresista Henry Cuéllar.
“La próxima semana votaremos una serie de proyectos de ley destinados a reducir los efectos de la interrupción de la cadena de suministro, financiamiento de la producción de fórmula para bebés y la disminución de los costos de consumo de los bienes esenciales que necesitan los estadounidenses y los texanos. Me comprometo a garantizar que ningún niño pase hambre trabajando al otro lado del pasillo para que se aprueben estos proyectos de ley y llevar fórmula para bebés a sus hogares”, afirmó.
Abbott Laboratories retiró en febrero algunas fórmulas infantiles, entre ellas algunos productos Similac, fabricados en la planta de Sturgis, Michigan, tras recibir quejas sobre infecciones bacterianas en bebés que habían consumido los productos. La escasez de fórmula se ha visto agravada por los problemas en la cadena de suministro y la inflación histórica, lo que ha dejado sin existencias a cerca del 40% de los productos de fórmula infantil en todo el país, según la empresa de datos Datasembly.
Menos de la mitad de los bebés nacidos en Estados Unidos fueron alimentados de forma exclusiva con leche materna durante sus tres primeros meses de vida, según el Informe sobre la Lactancia Materna 2020 de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunió el jueves con ejecutivos de fabricantes y minoristas de leche infantil, presionándoles para que hagan todo lo posible para que las familias tengan acceso a ella. Algunos fabricantes llevan semanas aumentando la producción y los funcionarios también se están centrando en cómo conseguir que la fórmula llegue a los estantes de las tiendas de forma más rápida, dijo Brian Deese, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca.
En las últimas dos semanas la escasez ha empeorado y, como resultado, hay problemas de acaparamiento. Para evitarlo, las tiendas pueden limitar la cantidad de fórmula que las personas pueden comprar, pero eso no impide que las personas compren más en línea. Además de eso, la escasez ha ganado una amplia publicidad en los periódicos, en la televisión y en los discursos políticos. Toda esa publicidad alimenta la sensación pública de que el sistema está fallando, lo que provoca más compras de pánico y acaparamiento.