En tiempos de confinamiento, los adultos tienen alternativas para su entretenimiento como el de un Table Dance a domicilio, un negocio que se tuvo que adaptar para sobrevivir en medio de la pandemia.
Es cuestión de hacer una llamada o mandar un correo o un mensaje por WhatsApp para contratar un espectáculo con música, luces, humo, pantallas, bailarinas, cómicos, imitadores.
Para tener una producción profesional que recuerde a los tables que se instalaron en la capital del país a finales de los años ochenta del siglo pasado, tan lejos y tan cerca, sobre todo ahora que la contingencia sanitaria ha clausurado las exploraciones de quienes no saben vivir de día, los amantes de la oscuridad.
Valente Estrada, gerente de las empresas Mi último beso, El table a casa y MX (para mujeres) se inspiró en las historias que le contaba su papá sobre la noche en la Ciudad de México para incursionar desde hace siete años en el negocio del entretenimiento para adultos.
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Procedente de Atotonilco el Grande, municipio del estado de Hidalgo, el padre de Valente llegó al entonces Distrito Federal en 1950 para adentrarse en un mundo fascinante, reflejado en las películas de la época de oro. Conoció el Waikiki, el Capri, El Patio y tantos otros cabarets y centros nocturnos ahora desaparecidos. De ellos le hablaba a su hijo, quien durante un tiempo se dedicó al teatro y a soñar con ese ambiente de iridiscencias y sensualidad.
Desplazados los cabarets por los tables desde finales de los ochenta, comenzaron los malos tiempos para los noctámbulos: la inseguridad, la violencia, la trata de personas, la venta de drogas. “Al final, la gente se quedó sin vida nocturna”, lamenta el empresario de 38 años. P
or eso se le ocurrió esta alternativa: “Yo la diseñé, la escribí, desde hace siete años trabajo en ella. No ha sido fácil salir adelante, no es fácil que las personas te abran las puertas de su casa para que les des un espectáculo”. Pero Valente lo logró, hasta que la pandemia le planteó nuevos retos y entonces se le ocurrió un espectáculo para estos tiempos: “Teníamos que innovar o moríamos como industria. Hoy creemos que podemos seguir adelante con el negocio a través del concepto El table a tu casa, con medidas estrictas para cuidar la salud de todos”.
Explica que cuando son contratados, al llegar al lugar, su personal desinfecta los espacios; toma la temperatura de los invitados, mide su nivel de oxigenación, les proporciona gel antibacterial y cubrebocas, marca espacios para mantener la sana distancia y les muestra los resultados negativos de las pruebas covid-19 que las bailarinas se realizan de manera regular… Después, se colocan las luces, el DJ inicia la música y llega la diversión con hermosas mujeres que poco a poco se van despojando de todo lo que llevan puesto, excepto del cubrebocas, la única prenda que tienen absolutamente prohibido quitarse.
Al cliente se le avisa que su casa no puede tener una ocupación mayor al 30 por ciento que impone actualmente el semáforo naranja a todos los negocios de la ciudad. Además, si lo solicita se le extiende factura, ya que la empresa está debidamente registrada “y paga impuestos”.
Kelly, una de las bailarinas de El table a casa, explica que lo más complicado ha sido la necesidad de mantener la sana distancia. “Pero algunos clientes lo entienden perfecto y nos siguen contratando”, aunque el trabajo ha disminuido considerablemente. “Si antes teníamos un promedio de 10 eventos a la semana, hoy atendemos solo dos, pero confío en que pronto todo regresará a la vieja normalidad”, dice Kelly, quien filosófica agrega: “Tenemos que aprender a vivir de esta forma porque del miedo no se vive”.
En esto coincide Erik, cliente frecuente de El table en casa: “Hay que adaptarse porque en estos tiempos tan complicados, todos requerimos también de diversión”, dice convencido.
Valente Estrada, explica: “Bajamos los costos y por 3 mil pesos tienes un espectáculo de dos horas con todas las luces y todas las ganas. La gente puede pagar con tarjetas de crédito, de débito, a meses sin intereses… Somos una empresa legalmente constituida”.
Vivimos un tiempo de crisis, de falta de empleo, pero con todo, dice Valente: “El show debe continuar”