YA CASI NO HAY POBLADORES

La sequía casi acaba con Nuevo Anáhuac

De los últimos habitantes, Don Juan Ortegón García rememora cuando sembraban en el ejido, pero a falta de agua, se ha ido quedando solo

Ramona y María Elida Briseño García, esposa de Juan Ortegón Rodríguez son de los habitantes más longevos del ejido.
Ramona y María Elida Briseño García, esposa de Juan Ortegón Rodríguez son de los habitantes más longevos del ejido.
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Escrito en NUEVO LAREDO el

“ Yo creo que soy mayor que el ejido… o es el ejido un poco mayor que yo, los demás se acabaron igual que mis hermanos; tengo 86 años y ando en la pujadera.

Los más grandes que quedamos aquí son algunos cuantos, mis padres se fueron y ahí vamos detrás, quizá seamos los últimos habitantes del ejido”, estimó Juan Ortegón Rodríguez, del Ejido Nuevo Anáhuac.

Afirmó que el ejido siempre ha estado atrasado, las prolongadas sequías acabaron con la agricultura que daba vida a este y otros lugares, espéculando que quizá sean los últimos pobladores.

“Mis padres fueron Juan Ortegón y María Rodríguez y eran de Villaldama, Nuevo León, y aquí murieron, sólo quedan tres hermanos, pero todos andamos en edad ya, nos vamos a ir así, uno detrás de otro… los hijos se fueron buscando la vida, aquí está (todo) muerto”, platicó.

Explicó que sus hermanos Ramiro y Homero Ortegón que se acaba de ir, se dedicaron a la agricultura sembrando las tierras en esta zona del noreste mexicano, hoy en día ven pasar sus días en las mecedoras y caminan a paso lento, apoyados en su bastón, hundidos en sus recuerdos.

“Nací el 14 de enero de 1935 y nos criamos en la orilla del río y luego nos vinimos acá por la escuela, toda mi vida trabajé en el campo y nunca llegó a ninguna parte, aquí está de la fregada, no hubo nada, nosotros sembrábamos primero algodón, sorgo hasta que se acabó todo en 1960”, afirmó don Juan.

Don Juan Ortegón Rodríguez es quizá el más longevo de los pocos habitantes.

Contó que conoció a una vecina cuando era muchacha madre de Martina que debe de andar por los 90 años y un vecino apodado Cacheco con más de 94, pero con gracia comenta: “Apenas empiezo a vivir, voy a morir solo, pero tranquilo, Dios me dio esto y es una chulada”.

Además de su hermano, al último se vendió les el agua, dejaron de sembrar hace más de veinte años y estaría trabajando si no fuera por sus pulmones afectados por la elaboración del carbón al no poder seguir en la agricultura.

“Aquí estoy toda una vida en el ejido, tengo 74 años, mi viejo es del ‘35 y trabajamos con el azadón, desahijando y limpiando acequias y levantando cabeceras y ayudándolos a ellos.

El ejido se está quedando solo”, dijo María Elida Briseño García, esposa de Juan Ortegón. Comentó que debido a la situación que prevalece en el sector agrícola, las nuevas generaciones salen en busca de oportunidades dejando el terruño y a los padres con avanzada edad.

Ahora vive con sus hermanos, Ramona, de 73 años; Santiago García Salinas, de 68, discapacitado que habita un cuarto contiguo y su cuñado Homero Ortegón de 78, todos ellos se dedicaron a la agricultura en el pasado.

“El Cacheco” asegura tener 94 años y presume que todavía monta en bicicleta.

“Los hijos se fueron…pero qué hago? No puedo dejar a mi esposo, ahí tienen su casa, nomás dan vueltas, pero no viven aquí; el ejido se está quedando solo”, coincidió la señora María Elida de 74 años.

Al recorrer este último ejido del sistema, las casas deshabitadas se pueden observar por cuadras, algunas acabadas por el tiempo ante la falta de mantenimiento, cayéndose en pedazos cuarteadas y sin techos laminados.

Juan Ortegón García repitió que el ejido está acabado porque ni los sesenta ejidatarios quedaron en Nuevo Anáhuac.

“Ya si habremos veinticinco ejidatarios, no somos muchos a lo mejor, los fundadores se acabaron y a lo menos nunca hubo apoyos suficientes para el campo, yo nunca lo tuve, sólo unas diez borreguitas para las mujeres, tuvimos terreno todo y todo vendimos”, dijo lamentándose.

“Cuando nos acabemos, se quedará con pocos habitantes el Ejido Nuevo Anáhuac, se acabó la agricultura, hasta las haciendas donde trabajábamos, como decimos por acá al último todo se acaba, lo que se hizo, se hizo”, concluyó don Juan.