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El fracaso de Cabeza y de otros 6 gobernadores, por inmaduros.

Los hechos comprueban que estábamos mejor cuando estábamos peor, pues los gobernadores de extracción del PAN resultaron ser impreparados, improductivos, insensibles, incompetentes, ineptos, pero además, corruptos.

Escrito en OPINIÓN el

El domingo 5 de junio de 2016, el PRI sufrió su peor derrota en toda su historia de casi cien años de hegemonía nacional, pues en la elección para renovar 12 gubernaturas, perdió siete a manos del PAN, Tamaulipas incluido, lo que fue un desastre político, inexplicable e insólito.


Tres años después de esa hecatombe electoral, los resultados que están a la vista muestran el estruendoso fracaso de los gobernadores del PAN que asumieron los cargos bajo la promesa de introducir cambios sustantivos en el quehacer público. Fuera la corrupción gubernamental y recuperación de la fortaleza económica, fueron dos de las ofertas de los nuevos mandatarios, que parecían encabezar una gesta política que arrinconaría al PRI hasta su extinción.


Los hechos comprueban que estábamos mejor cuando estábamos peor, pues los gobernadores de extracción del PAN resultaron ser impreparados, improductivos, insensibles, incompetentes, ineptos, pero además, corruptos.


Haremos a continuación una revisión a vuela pluma de la huella que están dejando en sus respectivos Estados, estos gobernadores que parecían ser la salvación de ciudadanos que habían sido víctimas tradicionales de una clase política alimentada por el PRI, que no tenía la solución para los problemas cotidianos.


Francisco García Cabeza de Vaca no fue una decepción para los tamaulipecos, pues sus antecedentes no hicieron esperar buenos resultados de su gestión gubernamental. Como presidente municipal de Reynosa en el trienio 2005-2007 fue un depredador de presupuestos y una pesadilla. Hizo grandes negocios a la sombra del poder, con una pandilla de voraces e insaciables atracadores encabezados por sus hermanos José Manuel e Ismael García Cabeza de Vaca, que fundaron empresas puestas a nombres de cómplices, para vender bienes y servicios al Ayuntamiento, con precios inflados.


Las historias de sus fechorías están ampliamente documentadas en reportajes de la revista Hora Cero, de Reynosa, aunque el clan García Cabeza de Vaca fue intocable en esa época pues contó con la protección de los hermanos Bribiesca Sahagún, derivada de una sociedad vergonzante en negocios.


Francisco García Juárez era entonces el director de comunicación social en el Ayuntamiento de Reynosa, como lo es hoy en el gobierno estatal, y practica las mismas maniobras ilegales e inmorales, de autorizar convenios de publicidad, recibir las facturas pera no pagarlas. Los “moches” subieron del 10 por ciento al 30 por ciento, respecto de la cuantía de los contratos de obra pública autorizados. Tienen los Cabeza de Vaca hasta una oficina especial y clandestina para “bajar del macho” a los contratistas con los que hacen negocios.


En materia de seguridad pública, los policías no persiguen a delincuentes sino que ellos mismos son un peligro para la sociedad, pues asaltan, secuestran, extorsionan y hasta matan a personas inocentes, como ocurrió en Nuevo Laredo, el 5 de septiembre.


El mismo fatídico año 2016 fue electo como gobernador de Veracruz Miguel Ángel Yunes Linares, para cumplir un periodo de sólo dos años. En ese corto lapso, Yunes cometió latrocinios al por mayor y trató de hacer gobernador a su hijo para que le protegiera las espaldas. Ganó el candidato jarocho de Morena, Cuitláhuac García, que ha metido a la cárcel hasta al ex fiscal general de justicia de Veracruz y a sus principales colaboradores, por bandidos.


En Puebla, Antonio Gali también fue gobernador de dos años e hizo ganar en la sucesión, con trampas, a la señora Martha Erika Alonso, al grado de que no pudo rendir protesta ante el Congreso local como lo manda la ley, y fingieron una ceremonia en el poder judicial.
En Quintana Roo, un priísta renegado de nombre Carlos Joaquín Alonso ganó en 2016 la gubernatura bajo la coalición PAN-PRD, y desde entonces la delincuencia organizada es dueña de Cancún, Isla del Carmen y otros paraísos del rumbo.


Chihuahua tampoco tuvo buen destino, pues Javier Corral es neurasténico y persigue hasta a los periodistas porque tiene la piel muy sensible. Es de los promotores de romper el pacto federal para erigirse en país propio o anexarse a los Estados Unidos. Es muy bravo este gobernador, pues metió a la cárcel a un ex senador suplente del PRI, Alejandro Gutiérrez, por la presunta desviación de 250 millones de pesos, de Hacienda, hacia campañas electorales. Anda bailando hasta el presidente del PRI de la época, Manlio Fabio Beltrones.


Otro pintoresco gobernador de la misma hornada es Martín Orozco, de Aguascalientes, pues se cometió un robo en su casa por más de tres millones de pesos y la policía capturó al presunto ladrón, pero se les pasó la mano en la “investigación” pues lo mataron a golpes en una celda. A resultas del escandalo mediático, montaron el show de detener al comandante policiaco y a un grupo de agentes que aparecían como asesinos del pobre ladrón, apodado “El Pepenador”. Pero volvieron a cometer errores y hubo necesidad de que el comandante “se suicidara” en su celda. Hubo desbandada de agentes, todos prófugos.


José Rosas Aispuro es la joya de la corona. Gobernador de Durango, tierra de narcos, resultó ser primo de “El Chapo” Guzmán, pues su prima Emma Coronel Aispuro es la orgullosa esposa del capo preso y sentenciado en Estados Unidos.


Estos son los siete gobernadores que el PAN llevó al poder desde el 2016. Sus historias personales son testimonio de que los mexicanos padecemos una clase política tortuosa, parasitaria, delictiva, impreparada, que ni tiene madurez ni vocación de servicio ni honestidad, para hacerse llamar servidores públicos. Son más bien, una calamidad, una pesadilla, un desastre, para la sociedad mexicana, en su conjunto. Pero ya les quedan menos de tres años para que se vayan a sus respectivas casas…