DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Una actriz de segunda

Escrito en OPINIÓN el

Capronio es un maldito. Estuvo con una sexoservidora en un cuarto de hotel. Al despedirse de ella le dijo: “Sobre el buró te dejé dos azulitos”. Ilusionada, la mujer pensó que le había dejado dos billetes de 500 pesos. Lo que halló fue un par de Alka-Seltzers... El pasajero que iba en el asiento trasero del taxi tocó levemente el hombro del taxista para decirle algo. Al punto el conductor frenó a fondo, abrió la puerta del taxi y salió de él lanzando un alarido de terror. El pasajero se asombró. Una vez que regresó el conductor visiblemente asustado, le preguntó: “¿Qué le sucede, amigo?”. Respondió con voz trémula el taxista: “¿Cómo se le ocurrió hacer eso, señor? Éste es mi primer día en un taxi. Durante años manejé una carroza funeraria”... Un lugareño le confió a otro: “Creo que mi esposa me está engañando con un profesor de Matemáticas”. Preguntó el otro: “¿Por qué sospechas eso?”. Explicó el celoso marido: “Encontré debajo de la cama un ejemplar del Álgebra de Baldor, y ninguno de mis hijos está en edad algebraica. El mayorcito apenas va en la suma de quebrados”. Acotó el amigo: “Pienso que estás extremando tus recelos. Debajo de mi cama yo encontré un charro ¿y a poco eso significa que mi mujer me está engañando con un caballo?”... En pleno acto del amor doña Macalota le dijo de pronto a su marido: “Me gustaría ver a dos mujeres haciendo cosas delante de mí”. “¡Caramba! -exclamó don Chinguetas, asombrado-. ¡No te suponía capaz de semejantes pensamientos!”. “Sí -confirmó doña Macalota-. Me gustaría ver a una mujer barriendo y trapeando la casa, y a la otra haciendo la comida y lavando los trastes”... La señorita Peripalda, catequista, les indicó a los niños: “A cada uno de nosotros el buen Dios nos da una virtud: la virtud de la prudencia, la virtud de la templanza, la virtud de la sabiduría, la virtud de la castidad...”. De inmediato Pepito levantó la mano: “Maestra: si a mí me toca la virtud de la castidad, ¿la puedo cambiar por alguna otra?”... Don Cucurulo, señor de edad madura, comentó pesaroso en la mesa de amigos: “Siempre he oído decir que la exposición a los rayos X puede producir impotencia. Debe ser cierto: hace 30 años me tomé una radiografía de tórax, y ya estoy empezando a sentir los efectos”... Doña Panoplia de Altopedo, dama de sociedad, vio por la ventana que su vecino estaba cavando un pozo en el jardín. Fue hacia él y le preguntó, curiosa: “¿Para qué está haciendo ese pozo?”. Respondió el hombre: “Para enterrar a mi pececito dorado”. “Pobrecito -se condolió doña Panoplia-. Pero ¿no es demasiado grande el pozo para su pececito?”. “No -replicó el vecino-. Está adentro del gato de usted”... Don Algón, ejecutivo de empresa, le preguntó a uno de sus empleados: “¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí?”. “Cuarenta años, señor -respondió con orgullo el interrogado-. Y en todo este tiempo no he faltado al trabajo un solo día, y nada más llegué tarde una vez, porque uno de mis hijos enfermó, y aun así mi tardanza fue de solamente un minuto después de la hora de entrada”. Le dijo don Algón al tiempo que se retiraba: “En el futuro procuremos ser más puntuales”. (Nota: cabrón)... Un actor de cine, desempleado, llegó a su casa y se sorprendió al ver a su mujer desgreñada y con la ropa hecha girones. “¿Qué te sucedió?” -le preguntó azorado. Entre hipidos relató la esposa: “Vino tu agente. Cuando le abrí la puerta me echó al suelo sin decir palabra y ahí me hizo objeto de su lascivia, su bestial lujuria y su torpe y salaz carnalidad”. “¡Vino mi agente! -exclamó con ansiedad el actor-. ¿Y no te dijo si tenía algún papel para mí?”... Otro cuento sobre el mismo tema histriónico... Una actriz de segunda, si no es que de tercera o cuarta, fue contratada por un productor norteamericano para actuar en una película de Hollywood. Una compañera le preguntó al mismo tiempo con admiración y envidia: “¿Cómo lograste que te contratara ese productor? ¡Ni siquiera hablas inglés!”. “No -admitió la otra-. Pero abro ingles”... FIN.