DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Lord Highrump

Escrito en OPINIÓN el

“Nuestra noche de bodas será muy entretenida”. Eso le dijo Simpliciano a su novia Dulcibel. Llegada la ocasión, ella esperaba toda suerte de delicias conyugales. Con un mohín de coquetería le recordó a su maridito: “Me dijiste que nuestra noche de bodas sería muy entretenida”. “Sí -confirmó Simpliciano-. Traje barajas, dados, dominó y un rompecabezas”. (Mentecato. Nomás la matatena le faltó)... Un hombre acudió al despacho del Lic. Ántropo y le dijo que quería hacerle una consulta. Le advirtió el abogado: “Cobro 5 mil pesos por dos preguntas”. “¡Cinco mil pesos! -exclamó el cliente-. ¿No le parece muy caro?”. “No -respondió el Lic. Ántropo-. ¿Cuál es la otra pregunta?”... Don Cucoldo llegó a su casa inesperadamente y sorprendió a su esposa en trance de refocilación adulterina con el repartidor de pizzas. “¡Desgraciado! -le dijo al mozalbete en paroxismo de ira-. ¡Ya te enseñaré a hacerle esto a mi mujer!”. “Me servirá de mucho la enseñanza, señor -contestó el boquirrubio-. La verdad es que no tengo mucha experiencia”... La mamá de Pepito notó en él cierta dificultad de movimientos, de modo que lo llevó con un neurólogo. El médico sentó al niño en un banquito y le preguntó: “¿Dónde están los ojos?”. Pepito se los señaló. “¿Dónde está la nariz?”. Se la indicó el chiquillo. “¿Dónde están las orejas?”. Pepito se volvió a su mamá y le dijo: “Vamos con otro doctor, mami. Éste no sabe nada”... Doña Panoplia le contó a su trabajadora doméstica: “Mi marido está teniendo relaciones con su secretaria”. “No lo creo, señora -repuso la mucama-. Lo dice usted sólo para darme celos”... Lord Highrump fue al Lejano Oriente. (¡Tonto! ¡Habiendo uno tan cercano!). Allá tuvo trato carnal con daifas de diverso origen, pues era hombre dado a placeres de libídine. Al regresar a Londres se percató, alarmado, de que su atributo masculino mostraba una extraña coloración que, si me es permitido describirla en términos de heráldica, era de sinople y gules, o sea una parte verde y la otra de color rojo encendido. Acudió a la consulta de un médico, el cual, después de examinarle -de lejecitos- la susodicha parte le manifestó: “Presenta usted el fatal síndrome llamado de Farfaria. Tendré que amputarle su parte de varón”. “¡Ah no! -profirió sir Highrump-. La quiero mucho. Buscaré una segunda opinión”. Fue con otro médico y le expuso su problema. Después de la obligada revisión, también muy cuidadosa, dictaminó el galeno: “No hay necesidad de amputar esa parte”. “¿Deveras, doctor?” -se ilusionó Highrump-. “No -confirmó el facultativo-. En unos cuantos días solita se le va a caer”... Cierta noche Solia, madura solterita, fue visitada en su casa por don Ligardo, quien le llevó de regalo una charamusca en forma de momia que había comprado para ella en la ciudad de Guanajuato. La señorita Solia, a fin de corresponder al delicado obsequio, le ofreció al señor una copita de rosoli y unas empanaditas de cerveza. Abrigaba también la secreta intención de ver si con esa combinación alcohólica su visitante se animaba por fin a animarse. No sucedió así. El provecto señor se la pasó hablando de cine: Pola Negri y Rodolfo Valentino; de box: Jack Dempsey y Luis Ángel Firpo, y de música: “Los millones de Arlequín” y “Musmé”. Cansada de esas nostálgicas evocaciones la señorita Solia le dijo a don Ligardo: “Juguemos ahora a las escondidillas, querido amigo. Yo me esconderé, y después de contar hasta 10 usted me buscará. Si me encuentra tendrá derecho a darme un beso mordelón. Si no me encuentra, estoy atrás de las cortinas de la sala”... Don Poseidón, el padre de Glafira, recibió al novio de la muchacha y le preguntó, severo: “Dígame, joven: sus intenciones hacia mi hija ¿son buenas o malas?”. El mozalbete se alegró: “¡Ah! ¿Puedo escoger?”... Un tipo le confió a su amigo: “Me disgusta mucho una costumbre de mi esposa: acostumbra fumar mientras hacemos el amor”. Respondió el otro: “Me extraña que eso no te guste. Muchos hombres encuentran sensual que su pareja fume durante el acto”. “Sí -admitió el tipo-. Pero mi señora me pone el cenicero en las pompas”... FIN.