PASADIZO SECRETO

Su historia era de otro nivel

Escrito en OPINIÓN el

El tiempo pasaba con calmada acción, cual agonía, entonces la desesperación entre aquellos niños y adolescentes prevalecía, pero con la llegada de esa camioneta el ánimo nuevamente aparecía, justo de donde apresurados se subían a bajar la carga cual corcel, por lo mismo de aquel barrio su historia era de otro nivel.

Sobre esa terregosa calle Nuevo León, los trompos y las canicas hacían su juego, no se podría negar que a la orden de entrar a esa casa esto se dejaba para luego, ahí la indicación de don “Pepe” era hacer una fila de los más grandes a los más chicos, así uno a uno tomar para la venta su dotación de esos valiosos periódicos.

Tan pronto y recibían sus ejemplares emprendían la huida, corrían hacia la avenida Guerrero y el Centro amontonados como si fuera estampida, los más grandecitos presumían de vender en las cantinas separándose de la raza, los mas pequeños se conformaban con ofrecer el periódico en alguna gasolinera o plaza.

¡La Tarde!... ¡La Tarde!, era la voz al unísono que eco hacía entre aquellos pequeños, si, todos sobre esas calles y avenidas que trasladaban sus “sueños”, el de ganarse con la venta del periódico ese dinero, unos para sus dulces y otros para ofrecérselos a su madre y apoyar su monedero.

La voz del chofer del camión azul se escuchaba como desesperada, ¡ándale! Dame pronto un periódico, pero de volada, el del sitio del taxi de la Maclovio Herrera asustaba con su grito: ¡Oye! ¿Dónde está el otro repartidor?, el que siempre… viene el “gordito”.

Cuando a la plaza Hidalgo a ofrecer La Tarde apresuradamente llegabas, pero al ver que todos ya lo leían entonces sospechabas, que el único que traía bicicleta por ahí ya había arribado, entonces te desviabas al imaginar que por el puente también ya habia pasado.

La tarde casi se convertía en noche ante tanta competencia, y aunque tan sólo quedaran dos ejemplares se contaba con algo de paciencia, se vendía uno al despachador de la Coahuila, gasolinero, el otro ya de regreso y al final con el de los lonches “El Lagunero”.

Ya al entregar a don “Pepe” el distribuidor, entrabas a la súper tienda Obregón buscando el mostrador, una Joya bien fría y unas galletas Marías, era ese fabuloso premio que se degustaba con alegría.

Al llegar a casa no se puede negar, que el regaño primero vino antes que felicitar, pues un ejemplar de La Tarde” a la “jefa” no se le pudo entregar, al olvidar para ella ese preciado pedido ¡ni hablar!

No se puede negar que muchos hoy grandes empresarios, comerciantes, profesionistas neolaredenses en su infancia desempeñaron una actividad similar a esta, esfuerzo que les valió a ser como hombres, como mujeres esos grandes triunfadores; por esa forma difícil de empezar para ganarse el sustento en cada etapa de su vida, es por lo que serán orgullosamente reconocidos como esos pilares del progreso y crecimiento de Nuevo Laredo.