DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Tres boletos para el futbol

Escrito en OPINIÓN el

Ya conocemos a Afrodisio Pitongo. Es un hombre proclive a la concupiscencia de la carne. Invitó a don Castulio, compañero suyo de oficina, a ir con él a una casa de mala nota. “¡Uh, no! -rechazó la invitación el púdico señor-. Ni siquiera puedo acabarme lo que tengo en mi casa”. Propuso el salaz Afrodisio: “Entonces vamos a tu casa”... Don Moneto, señor adinerado, le mostró su nueva mansión a Babalucas. En el vasto jardín de la lujosa residencia el rico señor había hecho colocar un lago. “En el lago -le comentó don Moneto a su invitado- voy a poner dos góndolas". Recomendó Babalucas: "Ponga mejor una góndola y un góndolo, para que se reproduzcan"... Sigue ahora un cuento que no entendí cuando me lo contaron, pero al parecer es de color bastante subido. Las personas que no gusten de los cuentos que no entendieron cuando se los contaron, pero que al parecer son de color bastante subido deben saltarse hasta donde dice: “Empédocles Etílez”.... En el antro un tipo le preguntó a una chica: “¿Cuántas copas se necesitan para ponerte beoda?”. Respondió la interrogada: "Con cuatro tengo. Pero no me llamo Beoda”. (No le entendí)... Empédocles Etílez, el borrachín del pueblo, llegó ebrio a su casa en horas de la madrugada y se metió a la cama procurando no hacer ruido. Su esposa lo sintió, sin embargo, y entre dormida y despierta le preguntó: “¿Eres tú, Empédocles?”. “Ojalá sea yo -responde el temulento-, porque si no aquí va a haber problema”... Pirulina conoció a Meñico en el asiento del automóvil. Quiero decir que lo conoció en el sentido bíblico de la palabra. Al terminar el trance la sabidora chica ve los zapatitos de bebé que colgaban del espejo del coche y le dice a su galán: “Son de tu medida, ¿no?”... Declaraba un señor de edad madura: “Me siento muy bien. Para lo que batallo mucho es para levantarme”... Le anuncia el galancete a su dulcinea: “La vamos a pasar en grande, Rosilí. Tengo tres boletos para el futbol”. Pregunta ella, extrañada: “¿Para qué necesitamos tres boletos?". Responde él: "Uno para tu papá, otro para tu mamá y el otro para tu hermanito”... Una joven y linda vendedora de bienes raíces hizo una cita con don Autumnio, añoso caballero, para ofrecerle un lote de terreno. Se retrasó un poco la muchacha, y cuando llegó a la casa del senescente señor le preguntó: “¿Llego tarde?”. Don Autumnio contempla el bien torneado cuerpo de la chica y suspira: “Sí, linda. Unos 30 años”... La chica adolescente le pidió a su padre: “Háblame de sexo”. El señor se azaró. Respondió, confuso: “Habla de eso con tu madre”. “No -opuso la muchachita-. No quiero saber tanto”... Don Libidio les contó a sus amigos: “Mi esposa Hotimia y yo éramos muy ardientes cuando novios. Hicimos el amor antes de casarnos”. Declaró uno: “Muchas parejas han hecho el amor antes de casarse”. Inquirió don Libidio: “¿En el atrio de la iglesia?”... Leovigildo estaba muy enamorado de Loretela, pero sus finanzas no eran precisamente boyantes. Aun así se animó a pedirle que se casara con él. “Lo haré -repuso la muchacha- cuando tengas 100 mil pesos en el banco. No me gustaría empezar nuestro matrimonio en condiciones económicas difíciles”. Pasó un año, y Loretela le preguntó a su galán: “¿Cuánto tienes ya en el banco?”. Respondió Leovigildo, apenado: “325 pesos”. “Casémonos -dictaminó Loretela, cuyas amigas se habían casado todas en el transcurso de ese año-. Después de todo ya no te falta tanto”... La señorita Peripalda, catequista, fue a confesarse con el padre Arsilio. Le dijo: “Acúsome, padre, de que por la noche me asaltan las tentaciones de la carne”. Le indicó el sacerdote: “Recházalas con energía”. “¡Oh no! -se asustó la penitente-. ¿Y luego si ya no vuelven?”... FIN.

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