DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Virtud y castidad

Escrito en OPINIÓN el

La joven esposa se presentó a la consulta del doctor Duerf, analista. Le dijo: “Vengo porque sufro de agotamiento corporal”.

El psiquiatra se sorprendió: “Creo que se equivocó de consultorio, señora.

Lo que usted necesita es un médico”. “No, doctor -repuso ella-. Quiero que vea a mi marido. Tiene doble personalidad, y las dos personalidades quieren todos los días”...

En la rueda de amigos comentó Babalucas, orgulloso: “Le compré a un tipo un anillo con un diamante grande para regalárselo a mi novia”. Preguntó, suspicaz, uno de los amigos: “Y el diamante ¿es auténtico?”.

Replicó el badulaque: “Pues si no lo es, entonces el tipo me robó 500 pesos”... Dulciflor, la secretaria de don Algón, le avisó a su mamá: “Esta noche llegaré tarde a la casa, mami.

Ayer cometí un error en la oficina, y mi jefe quiere que lo cometa otra vez”... Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, sorprendió a su esposo don Sinople en apretado trance de erotismo con la mucama de la casa. “¡Te me largas!” -gritó con iracundia. “Sí, señora” -dijo, humilde, la muchacha.

Le indicó doña Panoplia: “A ti no te lo estoy diciendo”... Don Poseidón, granjero acomodado, fue a la ciudad, y un cliente suyo lo llevó a un recital de canto. Al final le preguntó: “¿Qué le pareció el repertorio de la soprano?”. “Bastante amplio -opinó el vejancón-. Lo malo es que nomás se le veía cuando se colocaba de perfil”...

La cantina del pueblo estaba llena de una clientela de rancheros de pelo en pecho. De pronto se plantó ante ellos un pequeño señor y preguntó con claridoso acento: “¿Hay alguien aquí que se crea muy gallo?”. Al punto se levantó uno de los rijosos parroquianos. “Yo mero, amigo -dijo al tiempo que llevaba la mano a su pistola-. A mí ningún buey me brama, y menos en mi ranchito. Donde me la pinten brinco y al son que me toquen bailo.

Si nos vamos a morir ya vámonos enfermando...”. Iba a seguir ensartando refranes campiranos alusivos a la ocasión cuando el pequeño señor lo interrumpió. “Si es muy gallo hágame el favor de ir a mi casa y cantarme a las 5 de la mañana. Tengo que levantarme temprano para tomar el tren”...

En la habitación número 210 del popular Motel Kamagua tuvo lugar el amoroso trance. Flordelicia, joven mujer de buenas familias, hizo dación de su más íntimo tesoro -el de su doncellez- a su novio Leovigildo, que la quería en verdad. Al terminar el dulcísimo episodio Flordelicia se echó a llorar desconsoladamente.

La tribulaba el hecho de haber hecho lo hecho. Recordó las enseñanzas de las madres del Colegio de la Reverberación y vino también a su memoria lo aprendido en la lectura de libros como “Virtud y castidad”, “Pureza y Hermosura” y otros semejantes. Tales evocaciones la hicieron derramar varias lágrimas de contrición. “No llores, vida mía -la confortó su apenado galán-. Mañana mismo iré a casa de tus padres a pedirte en matrimonio”. “¿De veras?” -se ilusionó la chica. “Te lo juro” -prometió sinceramente Leovigildo. Flordelicia lo abrazó, feliz, y le dijo: “Entonces vamos a repetir eso que hicimos”...

En otra ocasión, en la misma habitación del mismo hotel, le dijo don Geroncio, señor de edad madura, a Loretela, muchacha pizpireta: “En mis sienes quizá veas invierno, pero en mi corazón arde el fuego del verano”. Repuso ella: “Pues si no le pone usted a esto algo de primavera nos vamos a estar aquí hasta el otoño”...

Ya conocemos a Capronio: es un sujeto ruin y desconsiderado. Su esposa leía un libro, y le comentó: “Dice aquí que el amor crece con la distancia”. “Es cierto -confirmó el pelafustán-. Mientras más lejos está tu mamá la quiero más”... Declaró don Astasio: “Los lunares adoptan figuras caprichosas.

Mi mujer tiene uno en forma de trébol en una pompi”. Acotó su compadre: “A mí me parece más bien como un corazoncito”... En la penumbra cómplice del solitario paraje llamado El Ensalivadero, el muchacho le dijo con emoción a su dulcinea: “¡Eres mi musa, mi diva, mi hurí! ¿Sabes lo que significa eso?”. “Sí -replicó ella-. Significa que enseguida me vas a pedir aquello”...FIN.
 afacaton@yahoo.com.mx