PASADIZO SECRETO

PAN local, el partido que lo tuvo todo

Escrito en OPINIÓN el

El hecho de contar con la aceptación y en consecuencia, apoyo de una gran parte de la ciudadanía de Nuevo Laredo, era más que suficiente para lograr cualquier propósito político en esta frontera. Sin embargo y por esa desmedida actitud de avaricia y poder demostrado, tristeza es reconocer que fue ese hoy empobrecido PAN local, el partido que lo tuvo todo.
No se puede negar que en el Partido Acción Nacional local, por sus filas sí que pasaron grandes ciudadanos, comerciantes, profesionistas, empresarios, entre muchos otros, esos que en verdad querían a su pueblo, que por lo mismo buscaban ese impulso político para lograr más por su ciudad, apoyando su visión en el propio PAN.
Que fueron años de esfuerzos, de grandes proyectos, de férreas luchas para lograr ese posicionamiento y aceptación de la ciudadanía.
Por qué no reconocer que, en esas tareas, por igual fueron de desgastes físicos, de gastos económicos para mantener viva esa credibilidad hacia dicho partido, hacia sus propios ideales.
Mencionar uno a uno de esos grandes panistas desde principios de los setenta hasta salidos los noventa, sí que pesa ante la calidad y cualidades de dichos personajes, pues es de reconocer que, gracias a su talento y su disponibilidad, engrandecieron enormemente las filas del panismo local.
Los ciudadanos generación tras generación vieron con entusiasmo como el partido Acción Nacional local, escalaba día a día y con su esfuerzo esa montaña llena de obstáculos, de altibajos, pero que con su empeño y dedicación, juntos bajo un mismo propósito, vencían cada una de esas difíciles tareas que se les atravesaban a su paso.
Inolvidable para Nuevo Laredo fue aquel día en que lograron sus propósitos a través de su constancia, el arrebatarle al partido oficial las riendas de esta gran ciudad, sí esa que se encontraba sumida en el cacicazgo, en un círculo demasiado cerrado y repetitivo que por décadas le hizo mucho daño.
Por supuesto que ese fue un momento de gran estímulo para todo Nuevo Laredo, al saber que gente nueva, con mejores propósitos, con mucho más talento para ordenar y gobernar a esta ciudad, vendrían a ocupar esos cargos y funciones que ya estaban más que viciados, más que categorizados como esos sitios en donde el pueblo no lograba ni obtenía nada.
En aquellos tiempos sí que la esperanza para Nuevo Laredo brillaba, pero algo triste sucedió: el panismo local, sus dirigentes, esos que no se ven, esos que ordenan desde quién sabe dónde y cuales “ángeles exterminadores”, vinieron y de tajo a terminar con ese encanto, con esa buena disponibilidad y acciones de dicho partido para con su propio pueblo.
Surgiendo en próximas administraciones y espontáneamente falsos líderes, haciendo a un lado a esos verdaderos sembradores, impulsores que, sin lugar a dudas gracias a la tarea anticipada de ellos, vinieron a ser como ese “escalón” para darle impulso a esos a quienes, y sin compasión alguna los hicieron a un lado, creando un marcado divisionismo.
El resultado de esa osadía política, dos administraciones municipales que echaron a perder, la buena imagen y labor de tantísimos años de esos panistas de antaño.
Nuevo Laredo no es ciego, ve y claramente cómo el Partido Acción Nacional a nivel local prosperó, claro que de eso se trata de avanzar, pues de tener unas oficinas austeras en donde el aire por todos los rincones traspasaba y sin pedir permiso, hoy se tiene un edificio muy fortalecido en donde incrédulamente y al asomarse, desafortunamente hasta al mismo pueblo desconocen.
Ese “frío” panismo actual por supuesto que se siente hacia todo Nuevo Laredo, al constatar que en ningún momento y en ninguna parte, esos grandes señores y señoras que amablemente, que con cariño apoyaron tanto económica como moralmente al ser y sentirse parte de dicho partido azul, se les convocó al menos para reconocerle públicamente esa su loable labor.
Constatar el mismo pueblo, que esos años en donde el partido azul gobernaba, tan sólo el enfoque tanto de sus propios dirigentes como de los que ostentaban cargo público alguno, y por lo que se vio, no fue otro mas que el interés y la intención de procurar, promover el siguiente voto a su favor.
Y que, por estar inmersos en esas tareas, olvidaron su principal compromiso, el de administrar y procurar a esta ciudad, ofreciéndole un buen gobierno, permitiéndole ese cambio de imagen, promoviendo y al mismo tiempo externando esa nueva actitud partidista.
Cierto es que el estado que guarda la ciudad en estos últimos años y bajo la administración del Partido Accion Nacional no se tiene que constatar ni a través de algunos medios de comunicación, ni mucho menos a lo que diga el propio PAN, si no más bien lo que en el diario vivir se ve, lo que se refleja en pobreza de servicios públicos, de escasas o casi nulas atenciones ciudadanas.
Entonces y por esto, es donde ahí cabe la razón, el por qué hoy el Partido Acción nacional local ha perdido todo, al ya no poseer ese carisma ni aceptación que hace algunos años se ganó, al ya no tener esa confianza de la propia ciudadanía, al entender que esto ultimo es lo mas importante.
Es una lástima ver al Partido Acción Nacional local terminar de este modo, ese que gracias a su esfuerzo y empeño por sobresalir sobre los demás contrincantes políticos, se le vio surgir triunfante, emerger como esa esperanza de un buen gobierno.
Entonces, quizás sea el momento para que el cambio se dé dentro de su estructura política, sacar eso que hace daño, terminar y de tajo con eso que fue internamente mal creciendo y enraizando.
Volver a reconocer y aceptar su pasado, poner nuevamente los pies en la tierra, dejar que surjan nuevos proyectos, permitir el ingresar a esos futuros líderes, dejar de discutir y pelear lo que saben de antemano que no se perdió en las urnas, si no y anticipadamente por ese y ante ese humillante entorno que le brindaron al propio ciudadano.
Hoy y al parecer ese “sueño” que hace muchos años tuvo el PAN local, por lo visto ya comienza a incomodar, al convertir con sus actos y sus acciones todos sus éxitos y triunfos en una eterna “pesadilla”, ansiedad de la que difícilmente y políticamente hablando se puedan despertar.