RÍO REVUELTO

Ni un triste adorno

Escrito en OPINIÓN el

Si bien los festejos patrios no se harán de la manera acostumbrada, tampoco es motivo ni justificación para no colocar los tradicionales adornos patrios para darle ese toque festivo a la ciudad.
Llegamos a la mitad de septiembre y el Palacio Federal está deslucido, incluso al monumento de Benito Juárez apenas y tiene el revestimiento de luces de colores que suelen ponerle, pero sin la iluminación ambiental que le da ese tono en verde, blanco y rojo, incluso la fuente está seca.
El centro y principales avenidas de la ciudad, al igual que en Navidad, suelen vestirse de colores con unos adornos que cada año sacan, o al menos parecen ser los mismos, pero esta vez ni ganas de eso les quedó a la actual administración.
Faltan apenas dos semanas para que ya se vayan y entre una nueva administración que ha generado mucha expectativa, que sin duda con las primeras acciones se verá un drástico cambio, pues pasaremos de una ausencia total de gobierno a tener mantenimiento y otras acciones básicas, al inicio, lo que de entrada se percibirá como un gran cambio.
Con este margen tan corto ya es un hecho -aunque se sabía desde antes- que dejarán muchas cosas a la siguiente administración a pesar de que tuvieron el tiempo y presupuesto para hacerlo, pero optaron por heredarlo.
Al final quien queda mal es la actual administración, que lejos de intentar enmendar un poco de todo el daño que hicieron durante 5 años, se van de la misma manera en que se manejaron durante todo este tiempo, dejando una ciudad completamente destruida.
Carmen Lilia ya dijo que invertirán cada año más de mil 200 millones de pesos en obra pública, algo que evidentemente hará más notorio que la administración de Rivas es la peor de la historia reciente de Nuevo Laredo, pues se va sin dejar nada para recordarlo más que los problemas y sus escándalos, pues mientras el municipio se estaba cayendo a pedazos, él se daba la gran vida e insultaba al ciudadano común con sus ostentosos relojes y otros lujos palpables, de la mansión ni hablar, esa es de las peores groserías.