PASADIZO SECRETO

La boda en la Guerrero y la luna de miel en la Palacios

Escrito en OPINIÓN el

Aunque raro parezca la gente de ese Nuevo Laredo viejo, acostumbraba el seguir la tradición de ese familiar festejo, por lo mismo no se pensaba en gastos enormes, sino el que todos estuvieran de cierto modo conformes; entonces y al no tener para esos escasos exclusivos espacios, se realizaba la boda en la Guerrero y la luna de miel en la Palacios.
Nuevo Laredo por esas épocas estaba en constante crecimiento, las colonias emergían ni muy afuera ni muy adentro, pero eso si muy grandemente unas de otras separadas, las que poco a poco de familias eran pobladas.
Ante esas grandes distancias una madre con sus hijas nunca se equivoca, por lo mismo estaban en la puerta esperándolas con el “Jesús en la boca”, pues el pensar que acudiría a esa otra colonia tan retirada, daba motivo a estar en casa todo el día angustiada.
Pero cuando esa señorita entraba en edad de casamiento, el acudir al domicilio del novio si que era un gran tormento, se esperaba el camión en la avenida principal de ahí a casi 500 metros, se descendía del mismo a su llegada y caminando otros 300 metros.
El acuerdo entre todos era mutuo y completo, la boda sería en la casa de la novia por obvio respeto, la luna de miel no es de preocupar al futuro marido, esta sería en su hogar en donde había crecido.
Entonces la invitación a la boda se hacia extensiva -amigos, familiares, por correo recibían esa importante misiva-. Sólo a los de la misma colonia se les llevaba personalmente, los que recibían correo contestaban confirmando su presencia igualmente.
Ese día de la boda Nuevo Laredo para los invitados parecía extraño, después de bajar del camión buscaban de chivas ese rebaño, en la colonia Guerrero esa referencia dada y al existir muchas no era muy exacta, de igual modo esa casucha de madera que de otras en nada impacta.
Los de a pie iban entre veredas y nacientes calles pregunte y pregunte a los “esquineros”, quienes se sorprendían ante esas elegantes damas y apuestos caballeros, pero los que se daban el lujo de ir de una colonia a otra en uno de esos taxis escasos, los tenderos les indicaban que ya estaban a unos cuantos pasos.
Después de ese ambiente de festejo la novia presumía de su luna de miel, la que sería en la casa en el barrio de él, entonces gustosos los matrimoniados salían de la colonia Guerrero a ese lejano lugar, lo que daba pie a “viajar” con emoción a la Palacios para ahí pernoctar.
Nuevo Laredo en otros tiempos sí que era toda una aventura, pues el vivir en dicha colonia o trasladarte a otros sitios “desterrabas” su hermosura, no se necesitaba de tecnología moderna para llegar a tus destinos, al ser ese detalle una obligada cortesía dada por los vecinos.