PASADIZO SECRETO

Exrestaurante ‘El Quijote’, una misión recordada

Escrito en OPINIÓN el

Quienes hayan pasado por ese lugar, de inmediato lo tienen que recordar, al ver a ese amplio edificio, que por años del comercio ha brindado oficio, y aunque su construcción permanezca algo callada, es aún ese local del exrestaurante “El Quijote”, una misión recordada.
Las campanadas de una iglesia cercana, de donde la fe día a día emana, fue testigo al igual que el tiempo, de que ahí sí que se disfrutó el momento, sobre todo de esos visitantes turistas, que desde su llegada ya lo tenían en sus listas.
Pues al andar esos “gringos” sobre esa amplia avenida Guerrero, “curiosiando” para adquirir desde ese toro de lidia hasta ese pintoresco balero, no se podrá negar que al unirse las manecillas del reloj de la plaza, la hora del buen comer absolutamente nadie aplaza.
Con los guías de turistas las recomendaciones eran variadas, pero en el restaurante “El Quijote” se servían comidas bien estiladas, donde el ambiente fino de entrada se apreciaba, donde el mobiliario y decorado de época todo conjugaba.
Hoy y a unas cuantas cuadras del centro ahí permanece inerte, justo en la Madero y Matamoros, ¡qué suerte!, pues al aún estar en pie ese histórico edificio con estilo de “misión”, remonta a que sus dueños no escatimaron esfuerzo en su fina construcción.
En lo alto aún se aprecia a detalle esa valorable hazaña, y aunque no es precisamente una estilada espadaña, es de imaginar que ahí precisamente se ubicaba una campana, esa que le daba al restaurante “El Quijote” una fachada muy mexicana.
Ser testigos al asomar en sus finales tiempos por esos vitrales, se puede entonces afirmar de ese piso brillante y sus políticos comensales, las principales y enormes puertas muy bien estilizadas, permitían percibir ese aroma a historia y pláticas entrelazadas.
Cuatro circulares arcos en forma de fachada sus frontales ventanas adornaban, en donde empotrados faros celosos las resguardaban, en lo alto otras luminarias hacían de vigías, flanqueadas por dos torres en cada lado armonizando con sus exteriores simetrías.
Aunque ya desaparecido el restaurante “El Quijote” ha dejado ahí ese ornamental frontispicio, y al reconocer que en ese sector existe hoy en día aun mucho bullicio, nadie negará que ese legado del pasado y ¡es un reto!, que las miradas hacia ese edificio se dirigirán con mucha nostalgia y respeto.
Esta frontera debe conservar esa esencia natural de su legado, entonces y para que las narraciones sean perfectas, es el deber trasladar y no archivar uno a uno los extractos del pasado, así impulsar entre las nuevas generaciones eso que en otros tiempos aquí se vivió y se disfrutó, justo con lo que Nuevo Laredo al día a día por igual se forjó.