PASADIZO SECRETO

Sindicalismo, un retroceso a la libertad laboral

Escrito en OPINIÓN el

Aún retumban en las mentes de los trabajadores de décadas pasadas las exigencias y los sometimientos de los líderes sindicales tan sólo para “colocarlos” en un puesto laboral, todo bajo un panorama de bajeza y servilismo, es por esto que actualmente muchos hombres y mujeres ven en el sindicalismo, un retroceso a la libertad laboral.
Quizá sea por eso mismo, que los sindicatos han disminuido en los últimos años su número de afiliados, al ya no compaginar con estos, al perderles credibilidad, al no ser ese gremio que en verdad cuide, por decir así, de sus intereses como trabajadores.
Aunado a esos centros laborales efectivos, en donde se les brinda no tan sólo esa certeza de un buen ambiente laboral como fuente de ingresos, sino por igual, al estar dotados en su mayoría por tecnologías modernas y excelsas comodidades.
No se puede negar que muchos de esos logros fueron a través de innumerables batallas entre empresarios y sindicatos, sin embargo, cierto es también que, debido a esos constantes enfrentamientos, las empresas tanto nacionales como extranjeras o dimitieron ante tantas exigencias cerrando por quiebres, o abandonaron el país en busca para ellos de mejores campos laborales.
Provocando esa constante sindical una idea equívoca de “triunfo” sobre esos generadores de economía, sin darse cuenta que, a través del tiempo, sus excesos en contra de estos y ante esa renovada normatividad laboral generada a través de leyes y reglamentos, estarían prácticamente a un paso de quedar fuera del espectro del campo laboral.
Dejando de ser el sindicato ese réferi, ese mandamás para colocar, quitar o manipular al trabajador, desapareciendo por igual como esa figura omnipotente ante el empresario, ante ese patrón, ante la misma autoridad que regula este tipo de actividad.
Por supuesto que las condiciones laborales del siglo pasado eran pésimas, arbitrarias y abusivas de parte de los patrones, sobre todo de esos que aún no se despojaban de la figura de terratenientes o con aires de hacendados.
Reconocer que, la vida laboral actual ha dejado de ser casi en su totalidad ese campo de abusos, pues día a día se ve cómo es que, aunque gradualmente, se van paliando.
Pero no precisamente por la mano dura del sindicalismo, sino mayormente a través de renovadas, actualizadas y ajustadas leyes, disminuyendo esos malos hábitos, esas malas prácticas, para darle paso y generacionalmente a estos nuevos centros laborales.
Se puede considerar que todas esas historias escritas a través de los tiempos en la vida laboral de los mexicanos, ha sido significativa, pero por igual hoy se tiene que entender que esos tiempos absurdos y abusivos ya forman parte del pasado.
Al estar actualmente el trabajador frente a un nuevo panorama al que nadie lo obliga ni lo sujeta a estar ahí, por lo que no hay necesidad de luchar,Z al existir en otros rumbos mejores tratos, mejores empresas, mejores patrones, en consecuencia, mejores salarios y mejores ambientes laborales.
Entonces, el sindicalismo se vuelve obsoleto ante estas nuevas generaciones de trabajadores, pues lejos está esta actual fuerza productiva de ser esos obreros que carecían de las más básicas educaciones académicas, y que por lo mismo eran susceptibles a ser manipulados por los líderes sindicales, abusados laboralmente por los patrones.
Al encontrarse hoy no tan sólo ese obrero de maquiladora, ese trabajador de supermercados, de farmacias, de restaurantes, entre otros, incluso de esos que se ganan la vida de una manera malamente dicha “informal” como son los vendedores ambulantes, con un nivel académico más que deseable.
Que por lo mismo son conocedores de la ley o leyes que regulan su situación o acción dentro del campo laboral, que saben a qué dependencia acudir para manifestarse individualmente en caso de sentirse agredidos por el mal trato, o mala actitud de sus propios patrones.
Cierto es que existen ese tipo de abusos, por supuesto que esto nunca se acabara al entender que un trabajo va acompañado de ese obligado subordinamiento, que ocupa interés, que requiere de conocimiento y talento, pero que genera presión, lo que en muchas de las ocasiones propicia malos momentos.
Entonces, si una empresa no ofrece lo que se pretende conseguir como trabajador, nadie obliga a estar ahí, pues simplemente se acude a otra en donde se satisfaga eso que se busca.
Pero si un trabajador, ante la empresa que le abrió las puertas, su intención es hacer la vida laboral imposible y ante sus faltas, sus malas acciones, se rebela y provoca eso que busca, que lo suspendan, que lo liquiden para contender y lograr un beneficio, por supuesto que estos serán por siempre esos miembros honoríficos de un sindicato.
Entonces, si los sindicatos son esos absolutos y celosos cuidadores de lo que se le niega, o el mal trato que se le da al trabajador, porque como tales nunca se les ha visto que generen sus propias empresas con capital propio y ser esos “paraísos laborales” para sus propios agremiados.
Porque siempre están al acecho de esas empresas o fuentes de trabajo para aplicarles la huelga ante sus insistencias, ante sus demandas, y que en muchas de las ocasiones provocan la quiebra de esa fuente laboral, quedándose incluso con dicho negocio para reactivarlo, en otros casos venderlas y repartirse las ganancias entre esos agremiados sindicalizados aguantadores hasta el final del conflicto.
Pero curiosamente nunca se ha visto que un sindicato se confronte contra otro sindicato para favorecer a sus agremiados o sindicalizados, a su gente que representa o protege, para así y a través de ese triunfo, brindarles mejores viviendas, mejores servicios médicos, pues siempre se les verá enfrentarse hacia donde fluye en gran proporción y para ellos el beneficio económico.