PASADIZO SECRETO

El Archivo Municipal debe llevar el nombre de Manuel Ignacio Salinas Domínguez

Escrito en OPINIÓN el

Para todos los que lo conocieron en sus diferentes facetas de historiador, catedrático, banquero, cronista, columnista, entre otras tareas y profesiones, no les quedará duda alguna de que este personaje estuvo ligado al escudriño de libros, por esto es que el Archivo Municipal debe llevar el nombre de Manuel Ignacio Salinas Domínguez.
Todo Nuevo Laredo reconoce que don Manuel Ignacio Salinas Domínguez fue el promotor y creador de lo que es hoy el Archivo General Municipal, lugar de resguardo de la historia política, social y comercial de esta frontera. Sitio que se ubica en las instalaciones de la extinta terminal ferroviaria, frente a la Plaza Primero de Mayo.
No es por demás recalcar que muchas generaciones de neolaredenses, de residentes de esta frontera tuvieron el privilegio de convivir, conversar, incluso recibir de este personaje las enseñanzas mismas a través de sus cátedras en distintos sitios educativos.
Que, por lo mismo en la vida diaria, por décadas se le saludaba, se le veía transitar por las avenidas y calles de Nuevo Laredo, era noticia como historiador, era notoria su presencia como columnista, distinguido como ciudadano perteneciente a una prestigiosa familia.
Se puede decir, que don Manuel Ignacio era de estatura bajita, pero de rápido caminar, como persona sabía escuchar y calmadamente aconsejar.
Era su costumbre como columnista el llevar su colaboración en blanco papel, elaborada en esas antiguas máquinas de escribir aun ante esos años de arribo de las computadoras, recordar que las veces que se coincidía con él en este periódico El Mañana, era como y a través de esa escasa plática el retroceder de inmediato en el tiempo, a su tiempo.
Después de su recuperación de una larga y preocupante enfermedad, se le veía sentado en su hogar ahí por la Avenida Morelos, en donde permanecía sobre una banca, admirando la vida, disfrutando de seguro de esos sus muchos andares y pensamientos, bajo esa pasible imagen, por lo mismo, tan solo y a través de la barda se le saludaba utilizando el viento.
Sin demeritar en su momento su iniciativa para “bautizar” dicho recinto histórico con el nombre del hasta hoy desconocido nativo de España, Juan E. Richer, del que se dice transcribió los más importantes pasajes de la población antigua, hoy es más que justo que dicho Archivo ahora lleve su nombre.