PASADIZO SECRETO

Es la traición, el nuevo símbolo político en Tamaulipas

Escrito en OPINIÓN el

En estos últimos años se ha generado un marcado “brincoteo” de un partido a otro de esos que se dicen o se sienten políticos, dando pie esto a no tan sólo confundir al ciudadano, sino el atestiguar y con incredulidad que esos cambios no son precisamente para beneficiar a sus comunidades, entonces, queda claro con esta nueva costumbre que es hoy la traición, el nuevo símbolo político en Tamaulipas.
Lejos se está de esos tiempos en que la política estaba bien definida, en donde esos institutos políticos, sus dirigentes, incluso sus mismos miembros, defendían y con gran apasionamiento sus propios estatutos que los regían.
Por esto, luchaban incansablemente por sus ideales, lograr el crear ese ambiente de convencimiento de que sus propuestas, eso que externaban hacia la comunidad en general, era sólo el reflejo de lo que sus propios reglamentos internos les demandaban, el llevarlos a cabo fielmente.
Entonces, cada integrante debería cumplir con esa fidelidad institucional, con esto se entendía que el propósito de pertenecer, representar a los colores del partido de su preferencia, era sin lugar a dudas, embargado bajo ese ánimo de lograr ese trabajo incansable en beneficio de su propia comunidad.
Entendiendo con esto que no se trataba de pertenecer a un partido político sólo para logros personales, sino por igual, para procurar darle esa identidad, ese rumbo al mismo instituto al que se pertenecía.
Aceptando esa normatividad como única, en consecuencia, el tener bien definida su ideología política, no buscando el confrontarse con otros similares institutos, sino más bien marcando esa forma de pensar y de actuar.
Hoy, desafortunadamente, gran parte de la ciudadanía de Nuevo Laredo entiende la forma de actuar no de los partidos, sino de esos elementos que a través de estos han logrado posicionarse en un cargo público.
Al ver que su gran mayoría ya no cargan sus reglamentos o estatutos bajo el brazo para reforzar su actuar como políticos, como afiliados, pues ante esas nuevas “oportunidades” que se les presentan, estos compendios han sido lanzados una y otra vez hacia el horizonte de la vergüenza, dando la espalda y sin voltear hacia esos partidos que les dieron cobijo y presencia.
Los tamaulipecos sí que en este momento están muy preocupados por otras cuestiones más que la política, las enfermedades, la pandemia, la economía, el trabajo, en sí todo lo que afecta directamente al seno familiar es lo que más les alarma.
En consecuencia, el ver cómo se está comportando ese sistema político tamaulipeco, su actuar, su forma de irse alineando e integrándose para lograr esos escalones políticos, esos cargos públicos, no es de llamarles mucho su atención.
Quizá sea por esto el que estos institutos que engloban la mayoría de personas con esa calidad de servirles, de protegerles, de ser esos sus representantes bajo un cargo o una dirección, diputación o gobernatura entre muchos otros, se mueven y se sirven de todo lo que se pueda para lograr dichos objetivos.
Sin embargo, muchos otros tamaulipecos su tiempo se dan para ver, descubrir los actos tan vergonzosos que ocupan algunos políticos para alcanzar, quitar, por decir así, los obstáculos que los detengan ante sus pretensiones.
Observan y con incredulidad, cómo es que desde dirigentes partidistas hasta políticos aun con cargo de representatividad ciudadana, de la noche a la mañana abandonan sus ideologías para unirse a esos sus anteriores “enemigos”, saludándolos, aceptando y por lo mismo, negando todo su andar político que les precedía.
Eso que está sucediendo ahora, probablemente para esos políticos de antaño y, de haberse dado, sería considerado como un acto de traición y deshonra, algo inaceptable para los propios partidos políticos que les dieron cobijo, algo sorprendente para sus propios militantes.
En Nuevo Laredo, los políticos han dejado de ser, y desde hace varios años, esos excelsos personajes que a través de sus discursos todo se les creía, al comprobar que, y sin importarles nada, se la han pasado de mano en mano, de un partido a otro cual moneda, en donde mejor los valoren.
Con esta actitud, han dado pie a un nuevo formato que muy poco o casi nunca se había visto, el ser parte de un “draft” de políticos que se prestan y se ofertan ante ese partido que los requiera para lograr sus metas.
Sin importar esa negociación, esa venta de talentos ya moldeados ante la ciudadanía como los “buenos”, que traen multitudes o que generan competencia, que su solo movimiento provoca debilidades o desestabilidad ante sus oponentes o incluso ante sus propios partidos que representaban.
Cierto es que la vergüenza se ha perdido dentro del círculo político, palpable es que hoy los institutos políticos, esos que se suponen se crearon para bien administrar, en consecuencia, beneficiar a sus representados, ya no miran más hacia el pueblo.
Al mover a conveniencia, al ofertar por esos representantes ciudadanos para cambiar no tan sólo sus colores o ideologías, sino por igual pasarlos de esa indiscutible honestidad que poseían, hacia ese acto manipulado, cruel y traidor cual si fueran Judas.