Mirador

Un buen día -día muy malo- desaparecieron los dinosaurios de la faz de la Tierra.
La faz de la Tierra se ensombreció, naturalmente, como se ensombrecerá el rostro del mar cuando desaparezcan las ballenas. Como las ballenas, eran los dinosaurios unas amables criaturas, tan grandes que no le hacían daño a nadie.
Al hombre le dolió mucho aquella pérdida, y fue Adán a hablar con el Creador.
-¿Por qué, Señor -le preguntó-, los dinosaurios se extinguieron?
Y Dios le contestó:
-Los científicos, que no saben mucho porque saben nada más de ciencia, presentarán muchas hipótesis sobre la desaparición de los dinosaurios. Yo tengo mi propia hipótesis: los dinosaurios murieron de tristeza porque supieron que su nombre sería usado para designar a unos políticos.