DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Aniversario de graduación

Escrito en OPINIÓN el

La ávida e insaciable recién casada le preguntó a su maridito después de otro apasionado match de amor: “Dime, queridito: ¿qué quieres para celebrar nuestro primer mes de casados?”. Respondió él con débil y temblorosa voz: “Llegar”... Otro de recién casados... Un mes de casada tenía Susiflor cuando su marido le sugirió que probaran el sexo oral. Ella rechazó la sugerencia. Dijo: “Jamás he hecho eso”. Tras una pausa añadió recelosa: “A menos que hayas leído mi diario de soltera”... En la reunión en que festejaban 10 años de haberse graduado, le preguntó un tipo a otro: “¿Cómo te ha ido?”. “Maravillosamente bien, de fábula -respondió el otro-. Estoy saliendo con una rubia, una morena y una pelirroja”. En la reunión para celebrar 25 años de graduación vuelven a encontrarse. “¿Cómo te ha ido?”. “Maravillosamente bien, de fábula. Tengo casa aquí, departamento en Miami y cabaña en Aspen”. En la reunión para celebrar los 50 años de haber terminado la carrera se encontraron nuevamente. “¿Cómo te ha ido?” -preguntó otra vez el tipo-. Dijo el otro: “Maravillosamente bien, de fábula. Anoche cené huevos con chorizo y no me hicieron daño”... En la merienda de los jueves doña Gárgola les comentó a sus amigas: “Mi marido se parece a mi vestido de novia”. “¿Por qué?” -preguntó una sin entender aquella extraña comparación. Explicó ella: “Porque nada más me sirvió el día que me casé”... La linda chica les contó a sus amigas: “Corté las relaciones con Fildardo mi novio”. “¿Por qué?” -le preguntaron. “Le gustaban mucho las copas” -explicó ella. “¿Era muy borracho?” -quisieron saber las amigas. “No -precisó la chica-. Las copas de mi bra”... El doctor descubrió que la señora se sentía abatida porque no recibía de su esposo ni una demostración de afecto. “Debe usted hacerle el amor”- le indicó al marido-. “¿Y eso cómo se hace?” -preguntó el gran tonto. El médico, asombrado por la ignorancia del sujeto, procedió de conformidad con la señora a hacerle al tipo una demostración completa del asunto en cuestión. “Ese tratamiento -le dijo el facultativo al hombre- lo debe recibir su esposa martes, jueves y sábados”. “Martes y jueves está bien, doctor -replicó el individuo-, pero los sábados juego póquer con mis amigos, de modo que no se la puedo traer”... Sí serás menso. Aquí va otro de otro que no sabe... Lo diré sin perífrasis ni circunloquios, o sea, sin rodeos: el joven Impericio no sabía hacer el amor. Ignoraba del todo el arte del ‘foreplay’, esto es, de los deliciosos jugueteos que preceden a la realización del acto, y desconocía absolutamente las habilidades del ‘performance’, es decir, de los diversos modos de llegar al culmen de la recíproca entrega corporal. Casó Impericio con una avispada chica de nombre Pirulina, y en forma desmañada cumplió con ella en la noche nupcial su deber de esposo. Al terminar el imperfecto trance le preguntó a su mujer: “¿Soy yo el primer hombre con quien has hecho esto?”. Con paladina sinceridad respondió ella: “No. Y tomando en cuenta la forma en que lo hiciste, creo que tampoco serás el último”... Ya conocemos a Capronio: es un sujeto ruin y desconsiderado. Tenía un tío rico y viejo sin más parientes que él, de modo que el tal Capronio era su único y universal heredero. Enfermó el señor, y en su lecho le preguntó con temblorosa voz a su sobrino: “¿Hay alguna esperanza?”. “Ninguna, tío -respondió, sombrío, Capronio-. El médico asegura que se va usted a salvar”... Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, tenía una hija, Sablina, que estudiaba piano con el maestro Pedalier. En una cena doña Panoplia declaró orgullosa: “Mi hija toca maravillosamente el Concierto de Ravel para la mano izquierda”. “¡Uh! -exclamó, desdeñoso, el novio de Sablina-. ¡Eso no es nada comparado con lo que sabe hacer con la derecha!”... FIN.
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