DESDE LA FRONTERA

Nuevo Laredo y la gobernanza local de la migración

Escrito en OPINIÓN el

Los últimos años el escenario de la problemática migratoria en Nuevo Laredo ha variado considerablemente, aunque algunos aspectos de la situación no cambian. El arribo de personas migrantes venidas de Cuba en enero de 2017; el acuerdo de entendimiento llamado Protocolo de Protección a Migrantes (MPP) entre México y Estados Unidos, de diciembre de 2018, que derivó en la permanencia de cientos de personas extranjeras en espera de audiencia con la autoridad migratoria del vecino país; las caravanas de migrantes que llegaron a la frontera noreste en 2019; la expulsión inmediata a México de personas no documentadas bajo el programa llamado Titulo 42 y el reciente arribo de personas de origen haitiano, quienes buscan ingresar en Estados Unidos para solicitar asilo, todas estas situaciones le han dado rasgos nuevos a la dinámica migratoria en la ciudad.
Años atrás la devolución y/o deportación de mexicanos conformaba el flujo migratorio principal junto a las personas procedentes del sur que buscan alcanzar el país del norte. No es que estos movimientos de población hayan acabado, sino que ahora entre la población en tránsito por esta ciudad hay presencia importante de población extranjera de diversa nacionalidades.
Los retos del nuevo escenario son distintos y complejos para esta localidad. Hay necesidad de apoyar y gestionar la movilidad de población nacional y extranjera, y además hacer frente a situaciones emergentes de crisis humanitaria como las que se han visto recientemente. Hoy en día el tiempo de estancia en la ciudad, de personas solicitantes de asilo, es mayor y en ese sentido la necesidad de atención también lo es. Los últimos años la composición de los flujos migratorios también ha cambiado, ahora es más frecuente encontrar a familias completas buscando llegar al norte, a mujeres viajando solas o con hijos a cargo, a menores migrantes no acompañados y a personas migrantes de diversidad sexual que no tienen fácil cabida en albergues o refugios. Ha cambiado el perfil de las personas migrantes, pero no ha cambiado la visión con que se atiende el fenómeno.
Hasta ahora, en el ámbito de la administración pública, ha privado un enfoque de control y contención del flujo migratorio, con un trasfondo de criminalización de las personas en movilidad; como ejemplo el programa “Por Tamaulipas No”. Desde los grupos sociales persiste la visión asistencialista en la atención de la problemática sin considerar la incidencia política como recurso adicional, aunque su trabajo no deja de ser fundamental y en ocasiones el único recurso de apoyo para las personas migrantes.
Sin embargo, hoy es necesaria una visión integral del problema con la participación de todos los actores involucrados, algo que la Organización Internacional de las Migraciones ha llamado gobernanza local de la migración. Es decir, una respuesta sostenible desde las ciudades y los municipios, en colaboración con el estado y la federación, sector privado y social, que implica el reconocimiento del derecho de las personas; marcos institucionales locales sobre el tema que permita responder permanentemente a la problemática; alianzas y cooperación entre actores que la atienden; políticas de seguridad, retorno e integración para quienes están en espera temporal, para quienes regresan a sus lugares de origen y para quienes deciden quedarse en este punto de la frontera; entre otros elementos.
Es simplista cerrar los ojos frente a una problemática que responde a condiciones del sistema económico mundial, mucho más allá de los ámbitos local, estatal o regional. Es ingenuo pensar, por decir lo menos, que la atención al fenómeno migratorio se puede hacer desde la delimitación político administrativa de una entidad o un municipio. Se carece de visión y perspectiva si no se comprende el rol histórico de la ciudad y la entidad, dada su localización geográfico-espacial junto al país de mayor atracción migratoria en el mundo. Se dice reiteradamente que Nuevo Laredo es la principal ruta de exportación entre México y Estados Unidos, el mayor puerto terrestre exportador de Latinoamérica; es verdad, pero en el sistema económico mundial no sólo se exportan mercancías, también se “exportan” personas.