DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Siete hijas, ningún varón

Escrito en OPINIÓN el

Don Chinguetas, ya lo sabemos, es un marido tarambana, dado a liviandades. Esta mañana su esposa le dijo: “Me contaron que anoche te gastaste 10 mil pesos con una mujer de la vida galante”. “¿Fue con una mujer de la vida galante? -exclamó don Chinguetas-. ¡Bendito sea el Señor! ¡Yo pensé que los había perdido!”... Prosapina, la hija del duque Sopanela, habló con su progenitor: “Entiendo, padre mío, que el honor de nuestra familia ha pasado de generación en generación”. “Así es, hija mía -confirmó el duque-. De generación en generación ha ido pasando el honor de nuestra familia”. “Pues lamento decirte -le informó Prosapina-, que en mi generación ya se detuvo”... Dulcibel les contó a sus amigas: “Mi novio es experto en autogestión”. Preguntó una: “¿Qué es eso?”. Explicó Dulcibel: “Siempre quiere hacerlo en el auto”. (Nota. Esperemos que al menos no sea compacto. El auto, digo, no el novio)...  Aquel paterfamilias tenía ya siete hijas, y ni un solo hijo varón. En el octavo parto, su esposa dio a luz un varoncito. El señor llamó por teléfono a su papá a fin de darle la noticia. Le preguntó el abuelo del bebé: “¿A quién se parece el niño?”. Respondió el padre: “De la cintura para arriba no sé, porque no le he visto esa parte. Pero de la cintura para abajo se parece a ti y a mí”... La señorita Peripalda, maestra de catecismo, les habló a los niños acerca de Jesús. Luego, para distraerlos, les propuso una adivinanza: “A ver: ¿quién guarda nueces para el invierno, tiene una larga cola y trepa a los árboles?”. Pepito levantó la mano. “Ya sé que la respuesta debe ser ‘Jesús’, pero a mí me suena más bien como una ardilla”... El médico le dijo a su paciente: “Sus problemas, don Abusio, vienen del cigarro, del vino, del sexo... Tendrá que cortarse el cigarro, tendrá que cortarse la bebida, tendrá que cortarse...”. “¡No, doctor! -se alarmó el tipo-. ¡Ésa por nada del mundo me la corto!”... Sonó el teléfono y contestó la niñita. “¿Está tu papá?” -preguntó una voz de hombre. “No está””-respondió la pequeña. “¿Y tu mamá?”. “Tampoco”. “¿Hay alguna persona adulta en la casa?”. “No”. “Bien. Diles que llamó el señor Arazterrigoitechea. ¿Tienes papel y lápiz?”. “Sí”. “Apunta, para que no se te olvide: Arazterrigoitechea”. Preguntó la pequeña: “¿Cómo se escribe?”. Deletreó con lentitud el que llamaba: “A-erre-a-zeta-te-e-doble erre-i-ge-o-i-te-e-c-hache-e-a”. Se hizo un silencio, y luego la niñita preguntó: “¿Cómo se hace la a?”... Enfermó el gorila del zoológico. El veterinario decidió llevarlo a su casa para cuidarlo aquella noche. Lo puso en el cuarto de la mucama, ausente por el fin de semana. Pero ella llegó con anticipación. Al día siguiente la chica habló con la señora: “Me voy de esta casa. El amigo de ustedes que durmió en mi cuarto se refociló conmigo siete veces en la oscuridad, y ni siquiera tuvo la cortesía de quitarse el abrigo”… El candidato presumía de moral. Afirmó en un discurso de campaña: “Hay 15 casas de mala nota en esta ciudad, y no he ido a una sola de ellas”. De uno de los asistentes al mitin surgió una pregunta: “¿A cuál es a la que no ha ido?”... Don Sinople, el marido de doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, le dijo a su chofer: “Te regalo esta piyama. La compré ayer y anoche me la puse, pero a mi esposa no le gustó”. “Le agradezco mucho el obsequio, señor -replicó el chofer-, pero si la piyama no le gustó a la señora con usted, conmigo tampoco le va a gustar”... El vecino de Libérula, joven mujer de conducta generosa, tenía un perico al cual ponía en la ventana para que tomara el sol. Cada vez que Libérula pasaba frente a su jaula el loro le decía: “Piruja”. Ella se quejó con el dueño del cotorro, y el hombre lo amenazó: si le volvía a decir “piruja”” a la vecina le retorcería el pescuezo. La siguiente vez que Libérula pasó por ahí le dijo el perico: “Ya sabes”... FIN.
afacaton@yahoo.com.mx