DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

El duque de Sopanela

Escrito en OPINIÓN el

Es más difícil preguntar que responder. No cualquiera hace una pregunta inteligente, como la de aquel cazador cuya comadre se enteró de que iba a salir de cacería. Le pidió al hombre: “Compadre: si mata usté un venado, ¿me separa una pierna?”. Inquirió con sugestivo acento el cazador: “¿Y si mato dos?”. Pregunta bastante tonta, en cambio, fue la de aquel niño que le preguntó a su mamá con tono de justicia social... Pero, un momento. ¿Qué es eso de “justicia social”? En la Ciudad de México, a mediados del pasado siglo, un justicia social era un vendedor de periódicos. Se les llamaba así a los que en las calles voceaban los diarios porque su sindicato los hacía llevar una playera con el logotipo del partido oficial y la inscripción “Justicia Social”. Pues bien: aquel niñito le preguntó a su madre con voz y tono de justicia social, es decir, de voceador de periódicos: “Oooye, mamaaá. ¿Por qué caaada vez que pasa el vendedor de periódicos mi paaapá se le queda viendo muy feeeo?”. También hay preguntas traviesas, por no decir aviesas; “¿Quién en la iglesia es torcaza / y en su casa es avestruz? / Joaquín Arcadio Pagaza / Obispo de Veracruz”. Se decía eso de Su Excelencia porque en los oficios religiosos mostraba humildad y mansedumbre, en tanto que en el palacio episcopal vivía entre grandes lujos y elegancias principescas… En el campo nudista el nuevo socio le dijo a la estupenda chica: “Me impresiona mucho conocer a una mujer tan atractiva como usted”. Replicó ella: “Sí; ya me di cuenta”... La guapa y ambiciosa Loretela le dijo a su pretendiente: “Lo que yo quiero es un novio guapo, inteligente, simpático, educado, culto, rico, Pancho”. “Caramba -replicó desolado el galancete-. De todos esos requisitos el único que lleno es el de Pancho”... En el bar la hermosa mujer rechazó al individuo que le invitó una copa con evidentes propósitos eróticos. “Lo siento -le dijo-. Hace dos años me prometí a mí misma no volver a hacer el amor sino hasta encontrar al hombre perfecto”. “¡Caramba! -se admiró el frustrado galanteador-. Eso debe ser algo muy difícil”. “Lo es -admitió la mujer-. Sobre todo para mi marido”...  El duque Sopanela iba por la rúa -él no usa la palabra ‘calle’, que considera callejera- con sus guantes de cabritilla en una mano y su bastón de junco en la otra. Se le acercaron dos arrapiezos, muchachillos del pópulo, y uno de ellos le preguntó la hora. Consultó el duque su reloj de bolsillo con cadena de oro y respondió, magnánimo: “Falta un cuarto para las 12, niño”. Le dijo entonces el otro granuja: “A las 12 en punto vaya usted a tiznar a su madre”. Y los dos indecentes mocosos escaparon a todo correr al tiempo que proferían grandes risotadas de burla. El duque Sopanela se indignó por aquel ultraje a su prosapia, y fue con pasos presurosos hacia el gendarme de la esquina. “Aquellos chamacos que van allá -se quejó- me preguntaron la hora. Les contesté que faltaba un cuarto para las 12. y me dijeron que a las 12 en punto fuera yo a tiznar a mi madre”. Le contestó el jenízaro: “¿Y por qué se apura tanto, señor? Todavía faltan más de 10 minutos”... El joven reportero escribió su nota: “Nuevo caso de violencia de género. Un individuo golpeó a su esposa en las tetas”. El jefe de redacción leyó aquello y le dijo al muchacho: “Esa expresión, ‘las tetas’, es muy cruda. Busca otra forma menos malsonante de decir lo mismo”. Escribió entonces el reportero: “Nuevo caso de violencia de género. Un individuo golpeó a su esposa en las (.) (.)”...En la visita a su ginecóloga recibió Florilí una noticia interesante: estaba embarazada. “No me lo explico -acotó desconcertada-. Lo único que ha hecho mi novio es mirarme”. Opinó la ginecóloga: “Pues debe tener una mirada muy penetrante”... FIN.
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