COMPARTIENDO OPINIONES

No a la dictadura de género

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Hace algunos días, el buscador de Google se adorna con la bandera arcoiris que enarbola el movimiento mundial de los homosexuales y anexas, es el color de la diversidad con la que ellos se identifican para exigir su reconocimiento, señalando la discriminación de la que, según ellos, sufren por parte de todo mundo.
En realidad, cualquier acto violento en contra de un grupo, nunca ha sido justificado por la ley.
Aun desde antes de que se promulgara la Constitución Mexicana, no existe un solo artículo en ésta o en cualquier código civil que permita a la autoridad a violentar a alguien por sus preferencias sexuales. El único referente era el término “faltas a la moral”, cuya aplicación se dejaba a criterio de las autoridades.
Por otro lado, también se han conocido artistas de la llamada época de oro, de quienes sus preferencias sexuales estaban puestas en duda, pero, en ningún momento fueron consignadas ante las autoridades. Una justa aplicación de las leyes era hacia los agresores.
Al no ocurrir lo contrario, no conozco un caso en el que una persona haya sido detenida solamente por sus preferencias. El rechazo era, más bien, cultural. Y cualquier agresión contra ellos es castigada por la Ley. Incluso, las diversas iglesias, se han opuesto a este tipo de conductas. Por ejemplo, esta es la postura de los mormones: “La Iglesia se opone a la conducta homosexual, pero tendemos una mano de entendimiento y respeto a las personas que sienten atracción hacia personas de su mismo sexo.
Si conoces a alguien que se sienta atraído hacia personas de su mismo sexo, aplica los mismos principios que pones en práctica con tus otras amistades: “Selecciona a tus amistades con mucho cuidado, ya que éstas surtirán una gran influencia en tu modo de pensar y actuar, e incluso podrán determinar la persona que llegarás a ser. Elige amistades que tengan los mismos valores que tú a fin de que puedan fortalecerse y animarse mutuamente a vivir normas elevadas. Un verdadero amigo o una verdadera amiga te animarán a comportarte de la mejor manera posible... Trata a todos con bondad y respeto” (Para la Fortaleza de la Juventud, folleto, 2001, pág. 12).
La Iglesia enseña que la sexualidad humana tiene un propósito en el plan del Padre Celestial. A fin de que seamos felices y cumplamos con ese propósito, se nos manda vivir la ley de castidad. La conducta homosexual es contraria a ese propósito e infringe los mandamientos de Dios.
No obstante, si alguien siente atracción hacia personas de su mismo sexo y no actúa de acuerdo con esos sentimientos, él o ella no habrán pecado. La norma moral de la Iglesia es la misma para todos, sin importar hacia qué sexo uno se sienta atraído. Ni el Señor ni Su Iglesia pueden aprobar ningún comportamiento que quebrante sus leyes. Una vez más: condenamos la conducta inmoral, no a la persona”. (Tomado de su página de internet).
La postura católica lo expresa el Catecismo de la Iglesia Católica:
2333 Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. La diferencia y la complementariedad físicas, morales y espirituales, están orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar. La armonía de la pareja humana y de la sociedad depende en parte de la manera en que son vividas entre los sexos la complementariedad, la necesidad y el apoyo mutuos.
2357 La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves. La tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados”. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.
2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta”.
Por tanto, ninguna agresión a las personas con este tipo de orientación debe ser apoyada. El hecho de no estar de acuerdo con su conducta, no es un acto homofóbico. No se trata de imponer una ideología, sino el de respetar las decisiones de las personas, siempre y cuando no afecten a terceros. La libertad siempre se respetará, junto con la responsabilidad. ¡Ninguna agresión es justificable hacia quienes tienen esa preferencia… ni hacia quien no la tiene! Pero en ello, como siempre, usted tiene la última palabra.
padreleonardo@hotmail.com