MIRADOR

Mirador

Escrito en OPINIÓN el

El hombre que aquí aparece retratado fue un gran pecador.
Dos mujeres tuvo, y a las dos las hizo sufrir en tal manera que las envió a la tumba. No supo nunca de sus hijos ni de los que engendró en otras a las que seducía y abandonaba luego.
Siempre se dijo de él que mató a traición a un amigo para tomar luego a su esposa. Ésta, que conocía sus intenciones, se suicidó tras la muerte de su marido. A partir de entonces el hombre se entregó a la bebida. Viejo, enfermo y solo, se volvió una ruina humana.
Una noche, ebrio de vino y amargura, fue a la capilla del Santo Cristo y llamó con grandes golpes a la puerta al tiempo que gritaba con desesperación: “¡Señor, perdóname!”. Alguien le abrió, e instantes después el hombre cayó muerto. En su rostro, antes crispado por la maldad, había ahora una suave sonrisa de paz. Cuando por la mañana el cura fue a la iglesia el Cristo no estaba ya en su cruz.
Eso se cuenta en el Potrero.
En el Potrero se cuentan muchas cosas.
¡Hasta mañana!...