PASADIZO SECRETO

El otro ‘operativo’, el de educación vial

Escrito en OPINIÓN el

La creación de una fundación local para la concientización y prevención de accidentes viales es algo ya más que necesario ante tantas fatalidades.
Por lo visto, ni los más espectaculares y mortales accidentes viales ocurridos en esta frontera han logrado despertar sobre dichos eventos esa preocupación, entonces y ante estas actitudes ciudadanas, bueno sería el promover y urgentemente el otro “operativo”, el de educación vial.
Los programas implementados a nivel mundial por la Organización Mundial de la Salud (OMS) denominado Decenio de Seguridad Vial 2011-2020 y replicado en México bajo el nombre de Estrategia Nacional de Seguridad Vial, por lo que se vio, no avanzó en estas cuestiones.
Entonces, y ante pocos resultados al comprobarse que tanto las vías de comunicación, como los señalamientos y otras cuestiones de ordenamiento vial y peatonal siguen igual, este fracaso obligó a implementar y nuevamente el Segundo Decenio de Seguridad Vial 2021-2030, programa en el que México por igual participa.
Segundo programa, que deberá ser tomado con más responsabilidad por las actuales autoridades de vialidad local, al entender que el escaso entendimiento y conocimiento de los reglamentos viales de parte de los ciudadanos, así como de nulos implementos de ordenamientos más eficientes han provocado juntos ese incremento de colisiones al día a día.
Para confirmar esto, bastaría con repasar ese informe de resultados denominado Situación de la Seguridad Vial en México 2019 de la Secretaría de Salud, el que indica que para el Estado de Tamaulipas, propiamente en Nuevo Laredo, en el año 2018 se registraron más de cincuenta defunciones debido a accidentes vehiculares.
Queda claro que esta ciudad de Nuevo Laredo, Tamaulipas, destino final obligado de muchos connacionales, provoca este fenómeno social a experimentar y padecer de infinidad de costumbres en estos de sus comunidades de origen, una de ellas es la forma, uso y manejo de vehículos de movilidad, principalmente los que utilizan como fuerza de arrastre e impulso un motor.
Entendiendo con esto, que, en otros estados del territorio mexicano, algunos no acostumbran a realizar su alto total al no ser obligado o no estar indicado, otras poblaciones más pequeñas no cuentan con suficientes señalamientos preventivos o restrictivos que por igual provoca a no conocerlos o ignorarlos, transformando esas actitudes en esos claros percances viales, como en este caso dentro de esta ciudad neolaredense.
Por supuesto, aunado a las actitudes de los conductores locales, que por esa arraigada “costumbre” de como padres permitir a sus hijos manejar sin esa edad adecuada, sin esa licencia de conducir, o ponerse al volante de ese automóvil sin tan siquiera conocer las más elementales reglas y formas de conducción.
Sin dejar a un lado, a esos conductores visitantes de ciudades sobre todo texanas, que anteponiendo esa superioridad en modelos vehiculares más modernos y potentes minimizan las reglamentaciones y señalizaciones de vialidad de esta ciudad, al sentirse “seguros” al conducir en Nuevo Laredo, ante ese supuesto poder económico, ante esa idea de ser mejores conductores al haber pasado estrictos exámenes estatales en su lugar de origen.
Por esto es que el Departamento de Seguridad Vial de Nuevo Laredo subsiste, al tenerse y continuamente esa carga tan pesada en cuestión de faltas al Reglamento en accidentes entre vehículos, en contra de peatones, ciclistas o motociclistas.
Sin embargo, es claro que, de este Departamento de Seguridad Vial, poco hace por subsanar, actuar en contra de tantos eventos catastróficos en los cuales quedan secuelas tan duras y complicadas entre los involucrados, entre sus familiares, como es la defunción, la lesión, la incapacidad total de alguno de los participantes.
Al no sancionar con medidas más drásticas no a esos menores, sino a esos padres que les permiten conducir vehículos incluso de gran potencia sin ese adiestramiento necesario.
De no otorgar posteriores programas de concientización a través de videos o pláticas sobre las tristes secuelas después de ser partícipe en un evento vial fatal.
De no llevar un registro estricto sobre conductores reincidentes para su cancelación o suspensión de su licencia de conducir.
Al no llevar programas u operativos viales para detectar a personas sin esa licencia de conducir apropiada al vehículo que conduce.
Al no ser más estrictos en la expedición de ese documento que se supone, es el que garantiza de que la persona es apta para manejar por cualquier tipo de vialidad, ser pues ese elemento atrás del volante lo más seguro posible, lo menos peligroso dentro de ese espectro de movilidad ciudadana.
Pues de llevar a cabo estos programas y más, no generaría en cada percance vial, ese sentimiento de responsabilidad hacia dicho Departamento de Seguridad Vial, al entenderse que la ciudadanía fue advertida a través de distintos y constantes programas.
Por consiguiente, los resultados de esas fatalidades serían considerados como determinantes, por esa ausencia de participación y colaboración y entendimiento de la ciudadanía, al hacer caso omiso a las indicaciones permanentes hacia ellos accionadas.