DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Mr. Bloominass era nalgudo

Escrito en OPINIÓN el

Afrodisio Pitongo, galán concupiscente, llevó en su automóvil a Dulciflor, muchacha ingenua, al solitario paraje llamado el Ensalivadero, y ahí tuvo lugar, de común acuerdo, el consabido trance. Momentos después la arrepentida chica le afeó al avieso seductor: “Lo que acabas de hacer conmigo no tiene nombre”. “¡Uh! -replicó el cínico Pitongo-. ¡Es una de las actividades humanas que más nombre tiene!”. (En México se han usado, entre otras expresiones, “desgastar el petate”, “realizar el H. Ayuntamiento” y “fatigar el catre”)... 

“¡Mi marido me abandonó!” -le dijo entre lágrimas la recién casada a su mamá. “¿Por qué?” -preguntó, consternada, la señora-. “No sé, mami -respondió la muchacha-. Yo lo atendía bien. Le tenía su ropa limpia; cuando llegaba del trabajo ya estaba lista su comida; la casa se hallaba siempre en orden...”. La madre, cautelosa, aventuró: “¿No le habrás puesto los cuernos?". Tras una pausa respondió la abandonada: “Pos sólo que haya sido por eso”... Mr. Bloominass era nalgudo. Sé que eso se oye feo, pero peor se oiría si dijera: “Mr. Bloominass era nalgón”. Vivía en un pequeño pueblo mexicano, y todos los días iba al tianguis a comprar el mandado. Al caminar se le movían los hemisferios glúteos en forma tal que llamaba la atención, lo cual era motivo para que un incivil puestero le gritara a voz en cuello: “¡Adiós, gringo nalgas bofas!”. Eso desataba la risa de los locatarios y de la gente en general, pues el estadounidense se ponía rojo de coraje al escuchar aquella vulgar chocarrería. Consultó el caso con un amigo mexicano y éste le aconsejó: “Cuando te diga eso de las nalgas bofas tú contéstale: ‘Me das miedo’. Verás que con eso no volverá a decírtelo, pues la gente se reirá de él en vez de reírse de ti”. El yanqui no entendió el sentido de la contestación, ni por qué podía tener el dicho efecto, pero decidió ponerla en práctica. Al día siguiente llegó al tianguis a la hora acostumbrada. Lo vio el inurbano sujeto y le espetó a todo pulmón el grito de siempre: “¡Adiós, gringo nalgas bofas!”. Lo encaró Mr. Bloominass y le dijo muy serio: “Me inspira usted temor”... La linda chica y su novio fueron a una sala de tatuajes. La muchacha le ordenó al encargado: “Pónganos: ‘De ella’ y ‘De él’, ya sabe usted dónde”... Le informó el juez al acusado: “Ha sido usted declarado inocente del delito de bigamia. Puede irse a su casa”. Preguntó el sujeto: “¿A cuál de las dos?”... El Lic. Ántropo le comentó a un colega: “Logré que un señor de 80 años acusado de abuso sexual fuera declarado inocente. Ante el jurado demostré que la evidencia no se sostenía”... Dijo muy dolorido un futbolista: “Mi equipo me cambió”. “¿Y eso te apena? -trató de consolarlo un compañero-. A muchos jugadores su equipo los cambia por otros”. “Sí -admite el futbolista-. Pero a mí me cambió por dos balones”... ”... Un médico le comentó a su amigo: “Le hice a mi esposa una operación de cirugía plástica”. “¿De veras?” -se interesó el amigo. “Sí -explica el médico-. Le cancelé todas sus tarjetas de crédito”... Un individuo se presentó en el Bar Ahúnda. Llevaba consigo un perro sato. “Te lo vendo -le dijo al cantinero-. Dame 100 pesos por él”. Para sorpresa del barman habló el can: “¡Cómpreme, señor tabernero! He aparecido en varias películas de Hollywood; estoy de novio con la perrita poodle de Kim Basinger, y los fines de semana hago tareas de espionaje para la CIA y el FBI”. “¡El perro habla! -exclamó boquiabierto el cantinero-. ¿Por qué lo vendes, y además tan barato?”. Respondió el otro: “Porque es muy mentiroso. Nada de lo que ha dicho es cierto”... Don Wormilio le contó a un amigo: “Jack Pelotas me golpeó en la cantina”. Inquirió el amigo: “Y ¿te vengaste?”. “Por supuesto -respondió el pequeño señor-. Si no me vengo me mata el muy caón”... FIN.