¿Cuántas veces hemos visto cables sueltos, tirados o simplemente una telaraña de cables en nuestra colonia?
Es un problema, porque además de contaminar visualmente, también representan riesgos.
Recientemente, la ciudad de Guadalajara tomó manos a la obra. Con una resolución respaldada por la Suprema Corte, el Municipio ha obligado a las empresas proveedoras de servicios a retirar su infraestructura obsoleta. Esta decisión no sólo es una victoria para la ciudad en términos de regulación, sino que también sienta un precedente importante en otras ciudades como la nuestra.
Por ejemplo, en Nuevo León, los alcaldes de varias ciudades, inspirados por los logros de Guadalajara, están contemplando adoptar medidas similares. Alcaldes de Apodaca, San Pedro y San Nicolás han expresado públicamente su apoyo a una legislación que permita a las ciudades tener más control sobre este asunto.
Monterrey, por ejemplo, ha avanzado significativamente al retirar más de mil kilómetros de cableado obsoleto, demostrando que con la regulación adecuada se pueden lograr cambios concretos.
Sin embargo, el camino hacia la eliminación de estas “telarañas” no está exento de desafíos. En Guadalupe, enfrentamientos legales con las cableras han surgido tras la reforma del reglamento local, y en Escobedo la modificación todavía está en proceso.
Es vital que los ciudadanos comprendan que estas no son sólo mejoras cosméticas; son cambios necesarios para la seguridad y el bienestar de todos.
¿Usted qué opina?