Querido lector, hoy no hablaremos de política, sino de algo mucho más cotidiano, más palpable y, desafortunadamente, más maloliente: la basura. Sí, esa fiel compañera que nadie quiere, pero que todos producimos. En Nuevo Laredo, la situación está llegando a niveles críticos, y no precisamente por exceso de producción, sino por una recolección que parece haber sido cancelada por falta de unidades y de interés de la empresa.
Según el rosario de quejas en redes sociales, colonias enteras están convirtiéndose en improvisados basureros. Las 20 de Noviembre, Guerrero, Cavazos Lerma y El Nogal están en la lista negra de Veolia, la empresa encargada de llevarse nuestros desechos. Los comentarios son tan variados como los tipos de basura acumulada: desde “a cada rato es lo mismo” hasta la amarga ironía de la usuaria Toty Méndez, que ya propone darle tamales al chofer para ver si con eso se anima a pasar.
La empresa, por su parte, parece haber adoptado la técnica del avestruz: esconder la cabeza (o el camión) y esperar que el problema desaparezca mágicamente. Para colmo, se dice que sólo quedan seis o siete unidades “funcionales” para toda la ciudad, y eso en días buenos. ¡Imagínese! Dos turnos diarios, una flota que se desmorona y una ciudad que no deja de generar basura. La ecuación, como los tambos en las calles, simplemente no cuadra.
Mientras tanto, las banquetas se convierten en campos minados de bolsas rotas, cortesía de los perros callejeros, quienes, con su peculiar estilo de “inspección sanitaria”, dejan los desechos regados para todos lados. Por supuesto, la fauna agradecida.
Lo peor de todo es que el contrato de Veolia no vence hasta el 31 de enero. ¿Será que la empresa ya está en modo ‘vacaciones anticipadas’? ¿O simplemente decidió que Nuevo Laredo puede aprender a convivir con la basura? Cualquiera que sea la respuesta, el mensaje es claro: el problema no es sólo técnico, sino de falta de compromiso.
¿Usted qué opina?