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Parque Narciso Mendoza, una rica historia en Nuevo Laredo

El 5 de mayo de 1926 fue inaugurado emblemático parque de la colonia Hidalgo

Vista general de la manzana que ocupa el Parque Narciso Mendoza, en la colonia Hidalgo.
Vista general de la manzana que ocupa el Parque Narciso Mendoza, en la colonia Hidalgo.
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El Parque Narciso Mendoza en honor al menor que participó en la guerra de Independencia, fue inaugurado el 5 de mayo de 1926 para esparcimiento de las familias y recreo de los niños neolaredenses.

En la época en que Modesto Vázquez Ramos era el presidente municipal de Nuevo Laredo, estaba como jefe de la Guarnición de la Plaza de la ciudad el General Francisco A. Martínez (1926-1927).

Durante el mandato de Modesto Vázquez, alcalde de Nuevo Laredo en 1926, fue inaugurado el Parque Narciso Mendoza.

La manzana que ocupa el parque, ubicado entre las calles González, Victoria y las avenidas América y Donaciano Echavarría, transformaron desde entonces la imagen urbana de la populosa colonia Hidalgo, una de las más antiguas de la ciudad.

El 15 de agosto de 1925 se realizaron los primeros planos para edificar el parque que se denominaría Narciso Mendoza, en la época, el General Esteban Baca Calderón (1876-1957), era el Administrador de la Aduana de Nuevo Laredo y presidente de la desaparecida Junta Federal de Mejoras Materiales (JFMM).

Fuente del Parque Narciso Mendoza, entonces se erigía imponente; hoy sólo es una fea columna inservible.

Fue reforestado en los alrededores de la manzana, con el tiempo sembrarían las icónicas palmeras, características del lugar que delimitan el área y la banqueta.

Para el 31 de diciembre de 1926, se construyeron en el lugar los primeros juegos infantiles, después vendría la instalación de los primeros bebederos para el público visitante. No fue hasta el 10 de septiembre de 1943 que se terminaron las obras de petrolización de las calles y avenidas que rodeaban al singular parque.

Muchos se preguntarán: ¿Quién fue Narciso Mendoza? ¿Por qué lleva el nombre de este niño un parque de Nuevo Laredo? Para quienes no conocen la historia que rodeó al también conocido como “Niño Artillero” que participó en la Guerra de Independencia en 1811 y se honró a bien en este puerto fronterizo con su nombre y dedicar un espacio de diversión sana a los pequeños neolaredenses.

El niño, militar insurgente, nació en la Villa de Cuautla, Morelos en 1800, los historiadores difieren de la fecha exacta en la que vio la luz por primera vez y formó parte del batallón infantil creado por José María Morelos y Pavón (1765-1815).

La tropa infantil era conocida como “Los Emulantes”, un regimiento de niños de entre 8 y 12 años, que tenía el fin de formar jóvenes insurgentes para la Independencia, que estaba a cargo del hijo biológico de Morelos, Juan Nepomuceno Almonte Ramírez (1803- 1869).

Las primeras manifestaciones del movimiento insurgente se hacían presentes cuando ocurrió el sitio de Cuautla de Amilpas, en diciembre de 1811; Narciso Mendoza contaba con 12 años y los realistas tomaron la ciudad, además de incendiar la población.

El ejército español estaba al mando de Félix María Calleja del Rey Conde de Calderón (1753-1828); cuando las tropas realistas estaban por tomar el barrio de San Diego, fueron sorprendidos por Mendoza quien cargó el cañón y lo disparó, propiciando la huida de los españoles.

Con esta acción fue posible el regreso de los generales Hermenegildo Galeana (1762-1814), y Mariano Matamoros y Guridi (1770-1814), a la población.

Vista parcial del parque, a la izquierda parte del edificio y barda que conformaban la alberca pública Damián Pizá por la calle Victoria

El menor pasó a formar parte del ejército de Morelos, cuando se consolidó la República; estando dentro del Ejército Mexicano, Narciso Mendoza pronto alcanzó el grado de teniente coronel, pero fue desterrado a Centroamérica.

La razón probable de que Mendoza fuera desterrado se debió a que apoyó a su amigo Juan Nepomuceno Almonte y luchó a favor del segundo imperio.

Lejos de su país natal, Mendoza, el valeroso niño militar que participó en las fuerzas armadas insirgentes, en sus primeros años, en los conflictos de la Independencia de México, estuvo a punto de perder la vida en Centroamérica. Ya con una avanzada edad llegó y se estableció en Cuautla, poco después falleció el 27 de febrero de 1888, a los 88 años.

ABANDONADO

El parque, que acaba de cumplir 95 años, está en lamentables condiciones, con bebederos que no funcionan, áreas que de verdes sólo tienen el nombre sin reforestar y sustituir a los que han caído afectados por las plagas como termitas y hormigas y el clima, accesos peatonales de piedra destrozados, que los convierten en una trampa para peatones.

Sin la placa de mármol conmemorativa que se encontraba en uno de los muros centrales sobre la avenida América, Raymundo Ríos Mayo, presidente de la Sociedad Histórica de Nuevo Laredo, ha insistido a las autoridades municipales que sea repuesto, sin ser escuchado.

Placa de mármol conmemorativa ubicada en uno de los muros centrales de la entrada del Parque Narciso Mendoza en la colonia Hidalgo.

Las pistas de tartán desgastadas por el sol y falta de mantenimiento; una fuente que casi nunca funciona, la tirolesa que operó cinco años, bancas viejas y en mal estado; van restado espacios al parque, una refresquería, consultorios municipales, áreas de estacionamiento, además de la invasión de vendedores ambulantes y puesto semifijos, afean el sitio.

Una avenida lleva el nombre de Narciso Mendoza, la escuela primaria llamada Niño Artillero en recuerdo del menor valeroso fue honrada en el plantel educativo.

Carlos María de Bustamante (1774-1848), recogió así el hecho:

“Esta voz falsa de alarma produjo también funestos efectos en otros puntos pues afectados de pavor sus defensores abandonaron la artillería, y la plazuela de San Diego casi quedó escueta, sólo se vio a un muchacho de 12 años llamado Narciso, se vino sobre este un dragón que le tiró un sablazo y le hirió un brazo, no tuvo este niño más efugio que afianzarse con una mano de un palo de la misma batería y con la otra tomar la mecha que estaba clavada en el suelo, dio casi maquinalmente fuego al cañón, que disparando en el momento más oportuno mató al dragón que le acababa de herir y contuvo al enemigo que avanzaba rápidamente, con el inesperado suceso volvió a su puesto Galeana, y quedó restablecido el orden. Tras la acción, el “Siervo de la Nación” ordenó que se llevasen al niño, a quien se le asignó una pensión de cuatro reales diarios.